El Asunto Zangaro
Moderadores: Abraham, LUIGI, Garth Knight, Juanma Knight
El Asunto Zangaro
Por fin me he decidido a escribir acerca de una nueva aventura del equipo A. Espero los comentarios del foro para seguir o dejar que el equipo A detenga la cabalgada apenas comenzada.
Ustedes deciden!
El asunto Zangaro
Una aventura del Equipo A
El coronel ("antiguo coronel" se corregía cada vez sin acostumbrarse nunca) John Aníbal Smith salió del estudio y se dirigió al hombre que se apoyaba contra el Chevrolet Corvette aparcado en la puerta.
-Bueno: Han suspendido los castings para El monstruo de barro hasta dentro de siete semanas como poco, con la ilusión que me hacía interpretar al Golem. Y resulta que Las novias de Aquaman no se rodará hasta el mes que viene.
El hombre, Templeton Fénix Peck contestó con repentina animación:
-Entonces ¿puedo decirles que iremos?
-No nos quedará mas remedio. Por si fuera poco, se están poniendo muy pesados ultimamente...
Smith se refería a la policía militar que los perseguía. Desde hacía una semana parecían estar haciendo un esfuerzo extra. No sabía si era debido a que le habrían clavado una bronca particularmente dura al coronel Decker o que el tipo nuevo al que, según rumores, iban a asignar en su persecución, quería hacer méritos. Pero el caso es que M.A. Baracus se había visto obligado a mudarse de su casa y la policía militar había desplegado un dispositivo especial en el sanatorio donde residía H.M. Loco aullador Murdock.
-No entiendo a qué vienen tantas dudas, Aníbal. Solo se trata de acompañar al extranjero a unos cooperantes, protegerles y volver... Trabajo fácil, lo hemos hecho otras veces. Y encima bien pagado.
-Eso es lo que me preocupa, Fénix. Demasiado bien pagado. Las otras veces, apenas cubrimos los gastos. Una ONG no puede destinar mucho dinero a protección.
-Bueno, está tendrá unas finanzas mas saneadas, supongo.
-Supongamos. Sea como sea, lo mejor es que desaparezcamos durante un tiempo. La República de Zangaro queda lejos, y los militares no podrán mantener el despliegue mucho tiempo. Diles a esa gente que después de meditarlo, finalmente han contratado al Equipo A.
H.M. Murdock se había quedado plantado en medio del patio del manicomio. Al policía militar que lo vigilaba ya no le extrañaba, después de todo estaba como una chota. Pero en realidad, en aquel momento, como en tantos otros a lo largo de la semana, se dedicaba a contar parpadeos. Murdock sabía que a Fénix le iba a ser imposible acercarse siquiera al sanatorio sin ser detectado tal como se había desplegado los militares. Se comunicaban mediante destellos en morse.
P-L-A-N-R-D-E-N-T-R-O-D-E-C-I-N-C-O-M-I-N-U-T-O-S leyó Murdock en los destellos. Habían llegado al extremo de tener que usar el plan R. No es que no se lo imaginara. De hecho, estaba preparado desde hacía mucho, aunque nunca imaginaron que tendrían que usarlo alguna vez. Murdock calculó la distancia y se fijó en los enfermeros. Afortunadamente, la presencia del policía militar había hecho los empleados civiles del manicomio relajaran mucho la vigilancia. Contó lentamente los segundos. El plan R era en gran parte coordinación. Por fin, se dirigió a un tipo enorme sentado cerca de él.
-¡Josh! Estamos en el segundo tiempo. Los verdes están a un ensayo. ¡Tenemos que pararles!
De repente, la mirada perdida de Josh se animó. Miró directamente a Murdock.
-¿Entrenador?
-Todos confían en que la defensa sabrá hacer su trabajo. ¡¿Es eso cierto?!
-¡Puede confiar en nosotros, entrenador!
Los gritos de Murdock y Josh acabaron por alertar al policía militar que se aproximó a ellos, seguido de un enfermero.
-¡Entonces...-dijo Murdock-...¡Paradlos!-señaló al policía militar y el enfermero que se acercaban decididos hacia ellos. Josh, que pesaba 120 kilos, se levantó de un salto y, lanzando un grito de guerra, se abalanzó sobre el policía militar, derribándolo y arrastrando al enfermero en la caída. Se armó un gran alboroto. Sofocado, el policía militar trataba de decir "Murdock, detengan a Murdock". Pero Murdock ya había salido corriendo hacia una piedra determinada en el patio. La levantó y sacó lo que sus compañeros habían ocultado allí de noche. Afortunadamente, el manicomio estaba concebido para evitar que la gente saliera a la fuerza, no que entrara. Así habían podido dejarle unos pocos detonadores bajo la piedra. Murdock perdió unos segundos colocando de nuevo la piedra antes de salir corriendo con uno de ellos. Era posible que pudiera volver a utilizarla.
El patio del manicomio tenía una puerta en desuso. Era sólida y gruesa. E inaccesible desde el exterior. Pero por el interior conservaba la cerradura. Murdock colocó el detonador dentro de ella y se alejó un poco. Funcionó tal como había dicho el bueno de M.A.: el detonador voló la cerradura de la puerta, que era la única sujeción de ésta y solo tuvo que empujarla. Justo a tiempo. Murdock no miró hacia atrás cuando oyó las carreras y las voces de alto a su espalda. Tuvo que recorrer aún 200 interminables metros antes que el familiar Corvette apareciese. "Sube" oyó la vox de Fénix. Subió dentro saltando por la ventana sin molestarse en abrir la puerta.
-¡No subo a un avión y no subo! No hay mas que hablar, Aníbal.
M.A. no estaba dispuesto a transigir. Pero Aníbal, paciente, enumeró las razones:
-M.A: no tengo que decirte por qué has tenido que cambiar de casa. Cuando se ponen así, lo mejor es desaparecer hasta que la cosa se enfríe. A Zangaro solo podemos ir en avión.
-¡Me da igual, Aníbal! Id por delante, yo me reuniré con vosotros mas tarde.
-Anda, no digas tonterías...
Se hallaban ambos en uno de los "alojamientos provisionales" de Fénix. Una casa unifamiliar pequeña. Mejor no preguntar cómo la había obtenido. Aníbal señaló los sillones del cuarto de estar.
-Mira M.A. Vamos a sentarnos y te lo explicaré tranquilamente.
-¡No me vas a convencer! Te lo advierto-dijo M.A. dirigiéndose a uno de los sillones.
-No lo sabremos hasta probarlo-repuso Aníbal acomodándose en el otro.
M.A. se sentó en el suyo y buscó también acomodarse como Aníbal. De repente, su expresión cambió. Había notado un pinchazo en salva sea la parte. Rebuscó en su trasero y le dió tiempo a ver una aguja hipodérmica vacía colocada expresamente antes de caer redondo. Aníbal se limitó a sacar un puro. El sonido de apertura de la puerta le indicó que los otros dos ya habían llegado.
-¡Justo a tiempo! Me ayudaréis com M.A.
-Vaya-dijo Fénix-. Lo llego a saber y tardo un poco mas.
-Vamos, solo es ir hasta la furgoneta. Es fácil entre los tres.
-Oui, mon coronel. La misión es sagrada y no termina hasta que se acaba. A sus órdenes-saltó Murdock.
A la pregunta muda de Aníbal, Fénix respondió:
-Como vamos al desierto, le ha dado por la Legión Extranjera.
El coronel Decker informaba al general Fullbrigth de los últimos acontecimientos:
-Parece que se han puesto en marcha. Le dije que podíamos sacar beneficio del asunto.
-Tenía usted razón, Decker. Ha sido buena idea ocultar la fuga de Briggs. Que no supieran que el despliegue era, en parte, para protegerles.
-Aún no puedo creerlo. ¿De verdad el coronel Briggs está tan mal?
-Mire esta foto. Es la celda dónde lo tenían encerrado.
En la foto se veía una celda acolchada. Era particularmente notable porque estaba llena de palabras. Mejor dicho, de una sola frase repetida cientos de veces en diferentes tamaños y colores: "KILL A-TEAM", "KILL A-TEAM". Desde luego, era impresionante. A Decker le pareció que, aunque a veces él mismo pensaba que iba a terminar igual, el pobre Briggs se lo había tomado demasiado a pecho.
-Es... escalofriante, señor.
-Y tenga en cuenta-concluyó Fullbright-, que lo hizo con el pie. Por entonces tenía puesta la camisa de fuerza.
En el aeropuerto, la doctora Cecilia Holbrook hablaba con el grupo de trabajo.
-Al final, el "quizás" se ha convertido en un sí. Van a venir.
-¡Estupendo!-saltó Lindy. Aunque moderó mucho sus muestras de entusiasmo cuando vió que todos los demás la miraban. Todo el mundo sabía que el guapo del equipo A la había impresionado mucho. Pero pocos sabían que hasta ese punto. A Tom, su noviecillo extraoficial, aquello no le hacía ninguna gracia.
-Bien. Les esperaremos y en cuanto lleguen, saldremos hacia Zangaro. No os quedeís ahí parados: terminad de cargar.
"Sí, doctora" dijo el grupo al unísono mientras volvían a la tarea. Por su parte, Cecilia se fijó en el jefe de la expedición. De él había sido la idea de contratar al equipo. Ella aún no veía la necesidad. Pero él era quien iba a financiar una expedición que ya llevaba retraso. Sin embargo, consideró necesario dejar claro su punto de vista.
-Señor, aún no veo la necesidad de llamar a esos...
-¿Mercenarios? Son buena gente, en realidad. Además, tenga en cuenta que vamos a un sitio peligroso. Kharim, el bandido del desierto, se ha mostrado muy activo en los últimos tiempos.
-Aún así yo he ido a esa zona otras veces y no...
-¡No se hable mas! El dinero es mío. Y sin mí no saldría el avión.
Cecilia escrutó el semblante de su socio capitalista. Lo poco que se veía, al menos. No era fácil con el cabello moreno largo y la barba y bigote tupidos que lucía el hombre. Además de las gafas oscuras que insistía en llevar. Debía de estar nervioso, sorprendió una contracción que parecía una sonrisa malévola.
-Como usted diga, señor Gribbs.
Ustedes deciden!
El asunto Zangaro
Una aventura del Equipo A
El coronel ("antiguo coronel" se corregía cada vez sin acostumbrarse nunca) John Aníbal Smith salió del estudio y se dirigió al hombre que se apoyaba contra el Chevrolet Corvette aparcado en la puerta.
-Bueno: Han suspendido los castings para El monstruo de barro hasta dentro de siete semanas como poco, con la ilusión que me hacía interpretar al Golem. Y resulta que Las novias de Aquaman no se rodará hasta el mes que viene.
El hombre, Templeton Fénix Peck contestó con repentina animación:
-Entonces ¿puedo decirles que iremos?
-No nos quedará mas remedio. Por si fuera poco, se están poniendo muy pesados ultimamente...
Smith se refería a la policía militar que los perseguía. Desde hacía una semana parecían estar haciendo un esfuerzo extra. No sabía si era debido a que le habrían clavado una bronca particularmente dura al coronel Decker o que el tipo nuevo al que, según rumores, iban a asignar en su persecución, quería hacer méritos. Pero el caso es que M.A. Baracus se había visto obligado a mudarse de su casa y la policía militar había desplegado un dispositivo especial en el sanatorio donde residía H.M. Loco aullador Murdock.
-No entiendo a qué vienen tantas dudas, Aníbal. Solo se trata de acompañar al extranjero a unos cooperantes, protegerles y volver... Trabajo fácil, lo hemos hecho otras veces. Y encima bien pagado.
-Eso es lo que me preocupa, Fénix. Demasiado bien pagado. Las otras veces, apenas cubrimos los gastos. Una ONG no puede destinar mucho dinero a protección.
-Bueno, está tendrá unas finanzas mas saneadas, supongo.
-Supongamos. Sea como sea, lo mejor es que desaparezcamos durante un tiempo. La República de Zangaro queda lejos, y los militares no podrán mantener el despliegue mucho tiempo. Diles a esa gente que después de meditarlo, finalmente han contratado al Equipo A.
H.M. Murdock se había quedado plantado en medio del patio del manicomio. Al policía militar que lo vigilaba ya no le extrañaba, después de todo estaba como una chota. Pero en realidad, en aquel momento, como en tantos otros a lo largo de la semana, se dedicaba a contar parpadeos. Murdock sabía que a Fénix le iba a ser imposible acercarse siquiera al sanatorio sin ser detectado tal como se había desplegado los militares. Se comunicaban mediante destellos en morse.
P-L-A-N-R-D-E-N-T-R-O-D-E-C-I-N-C-O-M-I-N-U-T-O-S leyó Murdock en los destellos. Habían llegado al extremo de tener que usar el plan R. No es que no se lo imaginara. De hecho, estaba preparado desde hacía mucho, aunque nunca imaginaron que tendrían que usarlo alguna vez. Murdock calculó la distancia y se fijó en los enfermeros. Afortunadamente, la presencia del policía militar había hecho los empleados civiles del manicomio relajaran mucho la vigilancia. Contó lentamente los segundos. El plan R era en gran parte coordinación. Por fin, se dirigió a un tipo enorme sentado cerca de él.
-¡Josh! Estamos en el segundo tiempo. Los verdes están a un ensayo. ¡Tenemos que pararles!
De repente, la mirada perdida de Josh se animó. Miró directamente a Murdock.
-¿Entrenador?
-Todos confían en que la defensa sabrá hacer su trabajo. ¡¿Es eso cierto?!
-¡Puede confiar en nosotros, entrenador!
Los gritos de Murdock y Josh acabaron por alertar al policía militar que se aproximó a ellos, seguido de un enfermero.
-¡Entonces...-dijo Murdock-...¡Paradlos!-señaló al policía militar y el enfermero que se acercaban decididos hacia ellos. Josh, que pesaba 120 kilos, se levantó de un salto y, lanzando un grito de guerra, se abalanzó sobre el policía militar, derribándolo y arrastrando al enfermero en la caída. Se armó un gran alboroto. Sofocado, el policía militar trataba de decir "Murdock, detengan a Murdock". Pero Murdock ya había salido corriendo hacia una piedra determinada en el patio. La levantó y sacó lo que sus compañeros habían ocultado allí de noche. Afortunadamente, el manicomio estaba concebido para evitar que la gente saliera a la fuerza, no que entrara. Así habían podido dejarle unos pocos detonadores bajo la piedra. Murdock perdió unos segundos colocando de nuevo la piedra antes de salir corriendo con uno de ellos. Era posible que pudiera volver a utilizarla.
El patio del manicomio tenía una puerta en desuso. Era sólida y gruesa. E inaccesible desde el exterior. Pero por el interior conservaba la cerradura. Murdock colocó el detonador dentro de ella y se alejó un poco. Funcionó tal como había dicho el bueno de M.A.: el detonador voló la cerradura de la puerta, que era la única sujeción de ésta y solo tuvo que empujarla. Justo a tiempo. Murdock no miró hacia atrás cuando oyó las carreras y las voces de alto a su espalda. Tuvo que recorrer aún 200 interminables metros antes que el familiar Corvette apareciese. "Sube" oyó la vox de Fénix. Subió dentro saltando por la ventana sin molestarse en abrir la puerta.
-¡No subo a un avión y no subo! No hay mas que hablar, Aníbal.
M.A. no estaba dispuesto a transigir. Pero Aníbal, paciente, enumeró las razones:
-M.A: no tengo que decirte por qué has tenido que cambiar de casa. Cuando se ponen así, lo mejor es desaparecer hasta que la cosa se enfríe. A Zangaro solo podemos ir en avión.
-¡Me da igual, Aníbal! Id por delante, yo me reuniré con vosotros mas tarde.
-Anda, no digas tonterías...
Se hallaban ambos en uno de los "alojamientos provisionales" de Fénix. Una casa unifamiliar pequeña. Mejor no preguntar cómo la había obtenido. Aníbal señaló los sillones del cuarto de estar.
-Mira M.A. Vamos a sentarnos y te lo explicaré tranquilamente.
-¡No me vas a convencer! Te lo advierto-dijo M.A. dirigiéndose a uno de los sillones.
-No lo sabremos hasta probarlo-repuso Aníbal acomodándose en el otro.
M.A. se sentó en el suyo y buscó también acomodarse como Aníbal. De repente, su expresión cambió. Había notado un pinchazo en salva sea la parte. Rebuscó en su trasero y le dió tiempo a ver una aguja hipodérmica vacía colocada expresamente antes de caer redondo. Aníbal se limitó a sacar un puro. El sonido de apertura de la puerta le indicó que los otros dos ya habían llegado.
-¡Justo a tiempo! Me ayudaréis com M.A.
-Vaya-dijo Fénix-. Lo llego a saber y tardo un poco mas.
-Vamos, solo es ir hasta la furgoneta. Es fácil entre los tres.
-Oui, mon coronel. La misión es sagrada y no termina hasta que se acaba. A sus órdenes-saltó Murdock.
A la pregunta muda de Aníbal, Fénix respondió:
-Como vamos al desierto, le ha dado por la Legión Extranjera.
El coronel Decker informaba al general Fullbrigth de los últimos acontecimientos:
-Parece que se han puesto en marcha. Le dije que podíamos sacar beneficio del asunto.
-Tenía usted razón, Decker. Ha sido buena idea ocultar la fuga de Briggs. Que no supieran que el despliegue era, en parte, para protegerles.
-Aún no puedo creerlo. ¿De verdad el coronel Briggs está tan mal?
-Mire esta foto. Es la celda dónde lo tenían encerrado.
En la foto se veía una celda acolchada. Era particularmente notable porque estaba llena de palabras. Mejor dicho, de una sola frase repetida cientos de veces en diferentes tamaños y colores: "KILL A-TEAM", "KILL A-TEAM". Desde luego, era impresionante. A Decker le pareció que, aunque a veces él mismo pensaba que iba a terminar igual, el pobre Briggs se lo había tomado demasiado a pecho.
-Es... escalofriante, señor.
-Y tenga en cuenta-concluyó Fullbright-, que lo hizo con el pie. Por entonces tenía puesta la camisa de fuerza.
En el aeropuerto, la doctora Cecilia Holbrook hablaba con el grupo de trabajo.
-Al final, el "quizás" se ha convertido en un sí. Van a venir.
-¡Estupendo!-saltó Lindy. Aunque moderó mucho sus muestras de entusiasmo cuando vió que todos los demás la miraban. Todo el mundo sabía que el guapo del equipo A la había impresionado mucho. Pero pocos sabían que hasta ese punto. A Tom, su noviecillo extraoficial, aquello no le hacía ninguna gracia.
-Bien. Les esperaremos y en cuanto lleguen, saldremos hacia Zangaro. No os quedeís ahí parados: terminad de cargar.
"Sí, doctora" dijo el grupo al unísono mientras volvían a la tarea. Por su parte, Cecilia se fijó en el jefe de la expedición. De él había sido la idea de contratar al equipo. Ella aún no veía la necesidad. Pero él era quien iba a financiar una expedición que ya llevaba retraso. Sin embargo, consideró necesario dejar claro su punto de vista.
-Señor, aún no veo la necesidad de llamar a esos...
-¿Mercenarios? Son buena gente, en realidad. Además, tenga en cuenta que vamos a un sitio peligroso. Kharim, el bandido del desierto, se ha mostrado muy activo en los últimos tiempos.
-Aún así yo he ido a esa zona otras veces y no...
-¡No se hable mas! El dinero es mío. Y sin mí no saldría el avión.
Cecilia escrutó el semblante de su socio capitalista. Lo poco que se veía, al menos. No era fácil con el cabello moreno largo y la barba y bigote tupidos que lucía el hombre. Además de las gafas oscuras que insistía en llevar. Debía de estar nervioso, sorprendió una contracción que parecía una sonrisa malévola.
-Como usted diga, señor Gribbs.
Última edición por fco_mig el 2009/12/10 - 19:04, editado 1 vez en total.
Re: El Asunto Zangaro
La furgoneta se dirigía hacia el aeropuerto a una velocidad mayor de la que sería aconsejable. Conducía Murdock, con Aníbal en el asiento del acompañante y Fénix y el dormido MA detrás.
-Oye ¿no vamos demasido rápidos?-dijo Fénix.
-No lo crea, teniente-respondió Aníbal-. Hasta ahora, la policía militar lo ha hecho muy bien. Si van a seguir el libro, lo que sigue es...
-Controles en los accesos de las carreteras, puertos y aeropuertos ¿N'est çe pas, mon coronel?-Interrumpió Murdock.
-Exacto, capitán, exacto. Vamos a tener que bailar un poco antes de embarcarnos en el avión, me temo.
No tardaron en ver el control militar en el acceso al aeropuerto. Fénix comprobó que MA estuviera bien sujeto antes de ponerse el cinturón él mismo. En cuanto a Murdock, pisó el acelerador a fondo. Se dirigía derecho a la barrera.
-Cuidado, han puesto tachuelas.-dijo Aníbal.
-Ya lo he visto, mon coronel
En el último momento, con un impresionante chirrido de neumáticos, la furgoneta se desvió de su rumbo e, invadiendo el carril contrario, rebasó el control por un lado. Había sido un fallo no poner otro control en la dirección opuesta. Un par de coches tuvieron un leve choque. Otros dos vehículos, de la policía militar, partieron en pos de la furgoneta haciendo sonar las sirenas.
-¡Los tenemos pegados!-dijo Murdock.
-Despístelos, capitán.
Lanzando un alarido a modo de grito de guerra, cosa que le había valido su sobrenombre, Murdock empezó a hacer "slalom" con la furgoneta por entre los vehiculos que se dirigían al aeropuerto. El primer coche de la PM logró mantener la persecución desde muy cerca. El segundo, en cambio, tuvo que retrasarse para evitar una colisión.
No era cuestión de llegar a la entrada del aeropuerto en esas condiciones. Murdock abandonó la carretera para dirigirse a las pistas de aterrizaje campo a través, seguido por el primer coche de la PM. Alcanzó las pistas con relativa facilidad, dirigiéndose hacia los hangares. El segundo coche de la PM, a bastante distancia, se unió de nuevo a la persecución.
La furgoneta avanzaba pegada a los edificios. El primer coche de la PM iba acelerando. Les comía terreno. Pero al fin sucedió aquello con lo que contaba Murdock: un carrito de tren de equipajes salió de uno de los hangares. Desviándose y quemando goma de neumático, Murdock lo esquivó por la parte de delante. El primer coche de la PM no tuvo tanta suerte: iba demasiado rápido. Golpeo el tren de equipajes con el lateral ante la desesperada maniobra del conductor. Le empezó a salir humo del capó. El segundo coche de la PM pudo evitar el choque.
El segundo coche iba disminuyendo la distancia. Murdock le dejaba acercarse. Como piloto, conocía bastante bien el aeropuerto. Se dirigió hacia un lugar determinado mientras permitía al segundo coche de la PM llegar a su altura.
-¡Alto! ¡En nombre del Ejército!-se oyó por un altavoz. Como no hicieron caso, el coche de la PM maniobró tratando de colocarse delante de la furgoneta sin conseguirlo.
Habían llegado al depósito de contenedores. Allí, descubrió un paso entre una fila de contenedores por donde apenas cabía la furgoneta. Se lanzó a él con decisión y acelerando al mismo tiempo. El segundo coche de la PM tuvo que dar un frenazo y aún así, se estrelló contra el contenedor. Un chirrido terrible se oyó en los laterales de la furgoneta mientras atravesaba el estrechísimo paso. Se veía saltar algunas chispas por las ventanillas.
-Cuando MA vea cómo le has dejado la furgoneta...-anunció Fénix.
-Primero tiene que despertarse. Y estaremos lejos.
-No perdamos mas tiempo-dijo Aníbal-. Deberíamos haber despegado hace tres minutos.
La doctora Holbrook vió llegar la furgoneta hecha polvo a toda velocidad. Se detuvo, de nuevo a una velocidad mayor de la debida en un sitio donde no iba a molestar. Salieron de ella Fénix y Aníbal, a quienes ya conocía de la entrevista. Se les unió un tipo con gorra y chaqueta de piloto. En menos tiempo del que se tardaría en contarlo, sacaron a un negro gigantesco del vehículo terrestre y lo cargaron en el aéreo.
Cecilia dedujo que el tipo de la chaqueta era el piloto que, según le había dicho Aníbal, podía proporcionarles, con lo que el viaje les saldría algo mas barato. El negro debía ser Baracus, aunque no tenía idea de por qué estaba sin sentido.
-¿Qué significa...-empezó a preguntar, pero Aníbal no la dejó seguir.
-Se lo explicaré durante el viaje. Ahora no hay tiempo. ¡Suba al avión! Saldremos apenas tengamos permiso para despegar.
Por un momento, la doctora Holbrook se quedó parada, sin saber qué hacer. Pero cuando oyó las sirenas de la Policía Militar, a lo lejos, no tardó en subir al aparato. Apenas cerraron la puerta de acceso, éste enfiló hacia las pistas.
Tras el despegue, Cecilia había hecho las presentaciones. Lo único destacable, aparte de que Lindy había aprovechado para flirtear descaradamente con Fénix, era que Aníbal Smith se había dirigido a Gribbs con una pregunta inesperada: "Perdone si me equivoco, pero ¿no nos habíamos visto antes?" Sonaba muy seguro, pero Gribbs lo había negado. Smith no había quedado muy convencido. De hecho, estaba hablando con ella del tema en aquel momento.
-Así que no le conoce mucho.
-Es uno de nuestros financiadores. Sin él no podríamos haber hecho este viaje. Fué él quien insistió en contratarles. La verdad es que aún no estoy segura de por qué.
-Hablaron de un bandido, cuando nos entrevistamos.
-Kharim, el chacal del desierto. Así le llaman. Operamos donde tiene su base. Pero siempre hemos llegado a un acuerdo con él.
-¿Qué clase de acuerdo?
-Cuando aparece, le dejamos parte de nuestro material médico y de construcción y él se marcha sin hacer ningún daño.
-Eso es chantaje.
-Supongo que podría llamarsele así. Pero es la manera de mantener la paz.
-Sé algo de chantajistas. Nunca se dan por satisfechos. Siempre piden mas. Llegará un momento en que no puedan pagarle. Y mantener la paz... olvida que el fiel de la balanza de la justicia es una espada.
La doctora Holbrook no contestó. Pero estaba claro que no estaba de acuerdo. Sin embargo, Aníbal no pudo resistirse a la siguiente pregunta:
-¿Existe un señor Holbrook?
-Existía. Estamos divorciados. Por cierto, se parecía bastante a usted.
Dicho esto, la doctora desapareció en el compartimiento de pasajeros. Aníbal dió un último vistazo a la carga y la siguió.
En el compartimiento MA seguía durmiendo. Fénix entraba cada vez mas en contacto con Lindy, bajo la mirada fastidiada de Tom, el otro enfermero que les acompañaba. Y Cecilia se había sentado en un asiento libre. Gribbs permanecía aparte. Aníbal sabía de disfraces y le daba la impresión que Gribbs era un personaje disfrazado. Estaba seguro de haberlo visto antes, pero no conseguía situarlo.
Briggs, o Gribbs tenía que contenerse para no frotarse las manos de gozo. Por fin los tenía donde él quería. Había sido una sorpresa hasta cierto punto que Murdock formara parte del equipo. De todos modos, cuando la doctora Holbrook había observado que le daba la impresión de no estar completamente en sus cabales, Gribbs había observado que "se sorprendería de la gente a la que llaman loco solo porque está un poquito espeso ultimamente". Sabía que en los EE UU los militares le estarían buscando también a él. Además, su locura tenía cierto método: no podía liquidar a atajo de imbéciles en territorio americano. La ley es la ley. Pero a dónde iban no regía la ley. Tuvo que reprimir una carcajada demente cuando Aníbal Smith pasó a su lado dirigiendose a la cabina del piloto.
-Oye ¿no vamos demasido rápidos?-dijo Fénix.
-No lo crea, teniente-respondió Aníbal-. Hasta ahora, la policía militar lo ha hecho muy bien. Si van a seguir el libro, lo que sigue es...
-Controles en los accesos de las carreteras, puertos y aeropuertos ¿N'est çe pas, mon coronel?-Interrumpió Murdock.
-Exacto, capitán, exacto. Vamos a tener que bailar un poco antes de embarcarnos en el avión, me temo.
No tardaron en ver el control militar en el acceso al aeropuerto. Fénix comprobó que MA estuviera bien sujeto antes de ponerse el cinturón él mismo. En cuanto a Murdock, pisó el acelerador a fondo. Se dirigía derecho a la barrera.
-Cuidado, han puesto tachuelas.-dijo Aníbal.
-Ya lo he visto, mon coronel
En el último momento, con un impresionante chirrido de neumáticos, la furgoneta se desvió de su rumbo e, invadiendo el carril contrario, rebasó el control por un lado. Había sido un fallo no poner otro control en la dirección opuesta. Un par de coches tuvieron un leve choque. Otros dos vehículos, de la policía militar, partieron en pos de la furgoneta haciendo sonar las sirenas.
-¡Los tenemos pegados!-dijo Murdock.
-Despístelos, capitán.
Lanzando un alarido a modo de grito de guerra, cosa que le había valido su sobrenombre, Murdock empezó a hacer "slalom" con la furgoneta por entre los vehiculos que se dirigían al aeropuerto. El primer coche de la PM logró mantener la persecución desde muy cerca. El segundo, en cambio, tuvo que retrasarse para evitar una colisión.
No era cuestión de llegar a la entrada del aeropuerto en esas condiciones. Murdock abandonó la carretera para dirigirse a las pistas de aterrizaje campo a través, seguido por el primer coche de la PM. Alcanzó las pistas con relativa facilidad, dirigiéndose hacia los hangares. El segundo coche de la PM, a bastante distancia, se unió de nuevo a la persecución.
La furgoneta avanzaba pegada a los edificios. El primer coche de la PM iba acelerando. Les comía terreno. Pero al fin sucedió aquello con lo que contaba Murdock: un carrito de tren de equipajes salió de uno de los hangares. Desviándose y quemando goma de neumático, Murdock lo esquivó por la parte de delante. El primer coche de la PM no tuvo tanta suerte: iba demasiado rápido. Golpeo el tren de equipajes con el lateral ante la desesperada maniobra del conductor. Le empezó a salir humo del capó. El segundo coche de la PM pudo evitar el choque.
El segundo coche iba disminuyendo la distancia. Murdock le dejaba acercarse. Como piloto, conocía bastante bien el aeropuerto. Se dirigió hacia un lugar determinado mientras permitía al segundo coche de la PM llegar a su altura.
-¡Alto! ¡En nombre del Ejército!-se oyó por un altavoz. Como no hicieron caso, el coche de la PM maniobró tratando de colocarse delante de la furgoneta sin conseguirlo.
Habían llegado al depósito de contenedores. Allí, descubrió un paso entre una fila de contenedores por donde apenas cabía la furgoneta. Se lanzó a él con decisión y acelerando al mismo tiempo. El segundo coche de la PM tuvo que dar un frenazo y aún así, se estrelló contra el contenedor. Un chirrido terrible se oyó en los laterales de la furgoneta mientras atravesaba el estrechísimo paso. Se veía saltar algunas chispas por las ventanillas.
-Cuando MA vea cómo le has dejado la furgoneta...-anunció Fénix.
-Primero tiene que despertarse. Y estaremos lejos.
-No perdamos mas tiempo-dijo Aníbal-. Deberíamos haber despegado hace tres minutos.
La doctora Holbrook vió llegar la furgoneta hecha polvo a toda velocidad. Se detuvo, de nuevo a una velocidad mayor de la debida en un sitio donde no iba a molestar. Salieron de ella Fénix y Aníbal, a quienes ya conocía de la entrevista. Se les unió un tipo con gorra y chaqueta de piloto. En menos tiempo del que se tardaría en contarlo, sacaron a un negro gigantesco del vehículo terrestre y lo cargaron en el aéreo.
Cecilia dedujo que el tipo de la chaqueta era el piloto que, según le había dicho Aníbal, podía proporcionarles, con lo que el viaje les saldría algo mas barato. El negro debía ser Baracus, aunque no tenía idea de por qué estaba sin sentido.
-¿Qué significa...-empezó a preguntar, pero Aníbal no la dejó seguir.
-Se lo explicaré durante el viaje. Ahora no hay tiempo. ¡Suba al avión! Saldremos apenas tengamos permiso para despegar.
Por un momento, la doctora Holbrook se quedó parada, sin saber qué hacer. Pero cuando oyó las sirenas de la Policía Militar, a lo lejos, no tardó en subir al aparato. Apenas cerraron la puerta de acceso, éste enfiló hacia las pistas.
Tras el despegue, Cecilia había hecho las presentaciones. Lo único destacable, aparte de que Lindy había aprovechado para flirtear descaradamente con Fénix, era que Aníbal Smith se había dirigido a Gribbs con una pregunta inesperada: "Perdone si me equivoco, pero ¿no nos habíamos visto antes?" Sonaba muy seguro, pero Gribbs lo había negado. Smith no había quedado muy convencido. De hecho, estaba hablando con ella del tema en aquel momento.
-Así que no le conoce mucho.
-Es uno de nuestros financiadores. Sin él no podríamos haber hecho este viaje. Fué él quien insistió en contratarles. La verdad es que aún no estoy segura de por qué.
-Hablaron de un bandido, cuando nos entrevistamos.
-Kharim, el chacal del desierto. Así le llaman. Operamos donde tiene su base. Pero siempre hemos llegado a un acuerdo con él.
-¿Qué clase de acuerdo?
-Cuando aparece, le dejamos parte de nuestro material médico y de construcción y él se marcha sin hacer ningún daño.
-Eso es chantaje.
-Supongo que podría llamarsele así. Pero es la manera de mantener la paz.
-Sé algo de chantajistas. Nunca se dan por satisfechos. Siempre piden mas. Llegará un momento en que no puedan pagarle. Y mantener la paz... olvida que el fiel de la balanza de la justicia es una espada.
La doctora Holbrook no contestó. Pero estaba claro que no estaba de acuerdo. Sin embargo, Aníbal no pudo resistirse a la siguiente pregunta:
-¿Existe un señor Holbrook?
-Existía. Estamos divorciados. Por cierto, se parecía bastante a usted.
Dicho esto, la doctora desapareció en el compartimiento de pasajeros. Aníbal dió un último vistazo a la carga y la siguió.
En el compartimiento MA seguía durmiendo. Fénix entraba cada vez mas en contacto con Lindy, bajo la mirada fastidiada de Tom, el otro enfermero que les acompañaba. Y Cecilia se había sentado en un asiento libre. Gribbs permanecía aparte. Aníbal sabía de disfraces y le daba la impresión que Gribbs era un personaje disfrazado. Estaba seguro de haberlo visto antes, pero no conseguía situarlo.
Briggs, o Gribbs tenía que contenerse para no frotarse las manos de gozo. Por fin los tenía donde él quería. Había sido una sorpresa hasta cierto punto que Murdock formara parte del equipo. De todos modos, cuando la doctora Holbrook había observado que le daba la impresión de no estar completamente en sus cabales, Gribbs había observado que "se sorprendería de la gente a la que llaman loco solo porque está un poquito espeso ultimamente". Sabía que en los EE UU los militares le estarían buscando también a él. Además, su locura tenía cierto método: no podía liquidar a atajo de imbéciles en territorio americano. La ley es la ley. Pero a dónde iban no regía la ley. Tuvo que reprimir una carcajada demente cuando Aníbal Smith pasó a su lado dirigiendose a la cabina del piloto.
- M A Barracus
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Re: El Asunto Zangaro
Impresionante tio....
Sin palabras.....eres un ARTISTA!!!!
CHAPEAU!!!!!
Sin palabras.....eres un ARTISTA!!!!
CHAPEAU!!!!!
Un hombre y su sueño...
K.I.T.T. & GMC VAN A TEAM
K.I.T.T. & GMC VAN A TEAM
Re: El Asunto Zangaro
Gracias MA. Tu apoyo me anima a continuar.
Cuando Aníbal entró en la cabina del piloto, Murdock cantaba una canción en francés. Una marcha legionaria, supuso. Se sentó en el asiento del copiloto. Murdock se había confeccionado una especie de quepis blanco legionario con su propia gorra y un gorro de enfermero que había encontrado de una talla mayor. Llevaba puesto el resultado sobre su cabeza.
-Hola, mon coronel. Se le ve inquieto y no debería. Este aparato es de lo mejorcito comparado con algunos cacharros que he tenido que pilotar.
-No estoy inquieto por eso, capitán. ¿No recuerda haber visto antes al señor Gribbs?
Murdock lo pensó un momento y dijo:
-Me parece que esta vez se equivoca, coronel. No conocemos a nadie tan loco como él que yo recuerde. Quiero decir, aparte de mí.-Con el tiempo, Aníbal había aprendido a ver el cambio sin desconcertarse. Durante un momento, Murdock era el chalado que ponía tan nervioso a MA y al siguiente, volvía a ser el capitán Murdock cuya opinión había aprendido a respetar. Hacía tiempo que Aníbal no trataba de entenderlo. Pero le gustaba pensar que en el manicomio hacían un buen trabajo.
-¿Esta seguro del equilibrio mental de Gribbs o la falta de él? Tenga en cuenta que esa pelambrera y la barba descuidada ya le dan un aspecto enloquecido.
-No solo es el aspecto, coronel. Si de algo entiendo, es de locos. Y a Gribbs le falta mas de un tornillo. Puedo jurarlo si quiere. Cuando la doctora Holbrook ha hablado de mi salud mental y Gribbs le ha dicho aquello de que llaman loco al que está un poco espeso ya no he tenido ninguna duda. Me he dicho: ¡Este es de los nuestros!
-Pero ha fletado esta expedición.
-Mire, coronel, con los sanatorios de locos pasa algo curioso: ni lo son todos los que están, ni lo están todos lo que lo son.
Y Murdock se puso a cantar La Marsellesa. Aníbal decidió dejar de lado el asunto, al menos de momento. Pero en un rincón de su cerebro, la duda seguía royendo.
Aterrizaron en el único aeropuerto de Zangaro. El de la capital. Había que cargar dos camiones con equipo antes de dirigirse a la zona donde trabajarían. Fénix aprovechó para quitarse de encima a Lindy. Le estaba pareciendo sospechoso que la enfermera se pegara mas a él cuanto mas a la vista estaba Tom Brown. A lo peor, solo le estaba utilizando para dar celos al novio. Manejando unas cajas, rozó con la mano otra morena y femenina.
-Oh, lo siento...
-Tranquilo, no necesita disculparse.
La voz hablaba en inglés con un fuerte acento. Pertenecía a una joven nativa que le sonrió. Fénix sonrió a su vez e iba a continuar con la conversación cuando se oyó un rugido que atronó por todo el hangar: "¡ESTO ES UN AVIÓN!"
Aníbal se acercó a MA, plantado ante el aeroplano y hecho un basilisco.
-Hola, MA. Por fin te has despertado. Nos ayudarás con la carga.
-¡Ya estoy harto, Aníbal! ¡¿Por qué siempre tenéis que drogarme para subirme a un avión?!
-Si subieras a los aviones por tu propio pie, no tendríamos que hacerlo. Mira: ya hemos llegado a Zangaro. A partir de aquí te prometo que todo el trayecto es por tierra.
-¡Si hay algo que odio son las drogas, Aníbal! Y sabes que no me gustan los aviones...
-Y si queremos ayudar a esta gente, teníamos que venir en avión. Cuando te tranquilices, echa una mano con las medicinas.
-Eso es, MA: piensa en la misión.-intervino Murdock- Aquí estamos cuatro aventureros sin nombre ni pasado, en medio del desierto. La legión espera mucho de nosotros, especialmente de tí, MA. De esta, aprenderás a hablar en francés.
-¡Cállate, loco!-Gritó MA. Pero lo siguiente que hizo fué ponerse a cargar cajas en la cabina de los camiones.
La caravana la formaban dos camiones y una camioneta todo-terreno que podía actuar como ambulancia móvil. Avanzaban en medio de las dunas por un camino de tierra. La todo-terreno iba en cabeza. El último camión iba conducido por Fénix, que llevaba a Gribbs en el asiento del copiloto. Fénix hablaba por radio con Aníbal, que se hallaba en la camioneta:
-No sé si os habreís dado cuenta, pero llevamos mas de cuatro horas conduciendo sin parar...
-Fénix: hemos salido de madrugada para evitar el sol en lo posible. Mira a tu alrededor: si ahora paramos media hora, dentro de dos vas a lamentarlo. Si cuando el sol esté en lo mas alto no podemos aguantar, tendremos que parar. Pero no antes. Si tan cansado estás, que te releve Gribbs al volante.
-No es necesario. Gracias, Aníbal.
-OK, teniente. Cambio y corto.
Fénix observó a su acompañante:
-¿Qué le parece Gribbs? ¿Sería capaz de relevarme un ratito?
El aludido no contestó una palabra. Ni tan siquiera parpadeó. Todo el viaje había sido igual. No había podido arrancarle ni tres palabras. Sin perder la sonrisa, Fénix lo intentó de nuevo:
-¿Sabe que empiezo a sospechar de las intenciones de Lindy? Lo que hace no es normal. Quiero decir que generalmente soy yo el que corre detrás de las mujeres y no al revés. Pienso que solo intenta darle celos a su novio. A nadie amarga un dulce, claro. Pero no me gusta quedar en medio de dos personas. Yo creo que la chica de aquí, Afi se llama, resultaría mucho mas provechosa. ¿Usted que opina?
Silencio otra vez. Fénix podría jurar que ni siquiera le había oído. ¿Sería verdad lo que contaba Murdock? ¿Estaría como un cencerro? Fénix habría dado algo por saber qué le pasaba por la cabeza a Gribbs en aquellos momentos.
Ya les tengo. Lo he conseguido. Yo, el loco lo he conseguido. ¡¡¡NO ESTOY LOCO!!! El equipo A ha caído en un contrato falso por fin. ¿Entonces por qué no entregarles? Recompensa. Medallas. ¿QUE ESTÁS DICIENDO? Decker se quedaría el mérito y me mandaría de nuevo al manicomio. Si lo sabré yo. Pero el rango, coronel Briggs. AHORA SOY EL SEÑOR GRIBBS. Y no quiero encerrarles. QUIERO MATARLES. Tantos años de servicio al carajo. LES MATARÉ. Todo mejorará entonces...
En el camión que marchaba por delante, MA iba conduciendo mientras Murdock intentaba darle una especie de curso acelerado de francés:
-No comprendes el propósito de esto, MA. En una clase no puede hablar solo el profesor. A ver, repite conmigo: Moi-je-parle-fran-çais.
-¡Calla, loco! ¡Déjame conducir! ¡No estamos en la legión extranjera!
La camioneta iba conducida por Aníbal. Cecilia Holbrook iba de copiloto y detrás viajaban Lindy, Tom Brown, Afi y otro ayudante nativo.
-Ya lo ve.-decía Cecilia- Casi todo este país es arena. Es lo único que les sobra. La aldea a la que vamos se mantiene gracias a un pozo que abrieron hace muchos años. Era penoso sacar el agua de allí con cubos hasta que construimos una bomba.
-¿Esa aldea es el centro de operaciones, verdad?
-En realidad, sí. Aunque el lugar mas poblado de la región es un oasis que hay algunas decenas de kilómetros más al noroeste. Allí tenemos un grupo electrógeno. Casi todo el combustible que llevamos es para eso. Pero la aldea esta mejor situada.
-¿Mejor situada?
-Cara a ayudar a la gente, claro. No hablaba en términos estratégicos.
-Ya lo suponía. Creo que ya estamos en el territorio de Kharim.
-¿Cómo lo sabe?
Aníbal señaló al frente. Plantados en medio de la carretera, cinco hombres aguardaban frente a un grupo de otros tantos dromedarios. Podría tomarseles por simples beduinos viajeros si no hubiera sido por los rifles AK-47 que portaban unos en bandolera y otros en las manos.
Cuando Aníbal entró en la cabina del piloto, Murdock cantaba una canción en francés. Una marcha legionaria, supuso. Se sentó en el asiento del copiloto. Murdock se había confeccionado una especie de quepis blanco legionario con su propia gorra y un gorro de enfermero que había encontrado de una talla mayor. Llevaba puesto el resultado sobre su cabeza.
-Hola, mon coronel. Se le ve inquieto y no debería. Este aparato es de lo mejorcito comparado con algunos cacharros que he tenido que pilotar.
-No estoy inquieto por eso, capitán. ¿No recuerda haber visto antes al señor Gribbs?
Murdock lo pensó un momento y dijo:
-Me parece que esta vez se equivoca, coronel. No conocemos a nadie tan loco como él que yo recuerde. Quiero decir, aparte de mí.-Con el tiempo, Aníbal había aprendido a ver el cambio sin desconcertarse. Durante un momento, Murdock era el chalado que ponía tan nervioso a MA y al siguiente, volvía a ser el capitán Murdock cuya opinión había aprendido a respetar. Hacía tiempo que Aníbal no trataba de entenderlo. Pero le gustaba pensar que en el manicomio hacían un buen trabajo.
-¿Esta seguro del equilibrio mental de Gribbs o la falta de él? Tenga en cuenta que esa pelambrera y la barba descuidada ya le dan un aspecto enloquecido.
-No solo es el aspecto, coronel. Si de algo entiendo, es de locos. Y a Gribbs le falta mas de un tornillo. Puedo jurarlo si quiere. Cuando la doctora Holbrook ha hablado de mi salud mental y Gribbs le ha dicho aquello de que llaman loco al que está un poco espeso ya no he tenido ninguna duda. Me he dicho: ¡Este es de los nuestros!
-Pero ha fletado esta expedición.
-Mire, coronel, con los sanatorios de locos pasa algo curioso: ni lo son todos los que están, ni lo están todos lo que lo son.
Y Murdock se puso a cantar La Marsellesa. Aníbal decidió dejar de lado el asunto, al menos de momento. Pero en un rincón de su cerebro, la duda seguía royendo.
Aterrizaron en el único aeropuerto de Zangaro. El de la capital. Había que cargar dos camiones con equipo antes de dirigirse a la zona donde trabajarían. Fénix aprovechó para quitarse de encima a Lindy. Le estaba pareciendo sospechoso que la enfermera se pegara mas a él cuanto mas a la vista estaba Tom Brown. A lo peor, solo le estaba utilizando para dar celos al novio. Manejando unas cajas, rozó con la mano otra morena y femenina.
-Oh, lo siento...
-Tranquilo, no necesita disculparse.
La voz hablaba en inglés con un fuerte acento. Pertenecía a una joven nativa que le sonrió. Fénix sonrió a su vez e iba a continuar con la conversación cuando se oyó un rugido que atronó por todo el hangar: "¡ESTO ES UN AVIÓN!"
Aníbal se acercó a MA, plantado ante el aeroplano y hecho un basilisco.
-Hola, MA. Por fin te has despertado. Nos ayudarás con la carga.
-¡Ya estoy harto, Aníbal! ¡¿Por qué siempre tenéis que drogarme para subirme a un avión?!
-Si subieras a los aviones por tu propio pie, no tendríamos que hacerlo. Mira: ya hemos llegado a Zangaro. A partir de aquí te prometo que todo el trayecto es por tierra.
-¡Si hay algo que odio son las drogas, Aníbal! Y sabes que no me gustan los aviones...
-Y si queremos ayudar a esta gente, teníamos que venir en avión. Cuando te tranquilices, echa una mano con las medicinas.
-Eso es, MA: piensa en la misión.-intervino Murdock- Aquí estamos cuatro aventureros sin nombre ni pasado, en medio del desierto. La legión espera mucho de nosotros, especialmente de tí, MA. De esta, aprenderás a hablar en francés.
-¡Cállate, loco!-Gritó MA. Pero lo siguiente que hizo fué ponerse a cargar cajas en la cabina de los camiones.
La caravana la formaban dos camiones y una camioneta todo-terreno que podía actuar como ambulancia móvil. Avanzaban en medio de las dunas por un camino de tierra. La todo-terreno iba en cabeza. El último camión iba conducido por Fénix, que llevaba a Gribbs en el asiento del copiloto. Fénix hablaba por radio con Aníbal, que se hallaba en la camioneta:
-No sé si os habreís dado cuenta, pero llevamos mas de cuatro horas conduciendo sin parar...
-Fénix: hemos salido de madrugada para evitar el sol en lo posible. Mira a tu alrededor: si ahora paramos media hora, dentro de dos vas a lamentarlo. Si cuando el sol esté en lo mas alto no podemos aguantar, tendremos que parar. Pero no antes. Si tan cansado estás, que te releve Gribbs al volante.
-No es necesario. Gracias, Aníbal.
-OK, teniente. Cambio y corto.
Fénix observó a su acompañante:
-¿Qué le parece Gribbs? ¿Sería capaz de relevarme un ratito?
El aludido no contestó una palabra. Ni tan siquiera parpadeó. Todo el viaje había sido igual. No había podido arrancarle ni tres palabras. Sin perder la sonrisa, Fénix lo intentó de nuevo:
-¿Sabe que empiezo a sospechar de las intenciones de Lindy? Lo que hace no es normal. Quiero decir que generalmente soy yo el que corre detrás de las mujeres y no al revés. Pienso que solo intenta darle celos a su novio. A nadie amarga un dulce, claro. Pero no me gusta quedar en medio de dos personas. Yo creo que la chica de aquí, Afi se llama, resultaría mucho mas provechosa. ¿Usted que opina?
Silencio otra vez. Fénix podría jurar que ni siquiera le había oído. ¿Sería verdad lo que contaba Murdock? ¿Estaría como un cencerro? Fénix habría dado algo por saber qué le pasaba por la cabeza a Gribbs en aquellos momentos.
Ya les tengo. Lo he conseguido. Yo, el loco lo he conseguido. ¡¡¡NO ESTOY LOCO!!! El equipo A ha caído en un contrato falso por fin. ¿Entonces por qué no entregarles? Recompensa. Medallas. ¿QUE ESTÁS DICIENDO? Decker se quedaría el mérito y me mandaría de nuevo al manicomio. Si lo sabré yo. Pero el rango, coronel Briggs. AHORA SOY EL SEÑOR GRIBBS. Y no quiero encerrarles. QUIERO MATARLES. Tantos años de servicio al carajo. LES MATARÉ. Todo mejorará entonces...
En el camión que marchaba por delante, MA iba conduciendo mientras Murdock intentaba darle una especie de curso acelerado de francés:
-No comprendes el propósito de esto, MA. En una clase no puede hablar solo el profesor. A ver, repite conmigo: Moi-je-parle-fran-çais.
-¡Calla, loco! ¡Déjame conducir! ¡No estamos en la legión extranjera!
La camioneta iba conducida por Aníbal. Cecilia Holbrook iba de copiloto y detrás viajaban Lindy, Tom Brown, Afi y otro ayudante nativo.
-Ya lo ve.-decía Cecilia- Casi todo este país es arena. Es lo único que les sobra. La aldea a la que vamos se mantiene gracias a un pozo que abrieron hace muchos años. Era penoso sacar el agua de allí con cubos hasta que construimos una bomba.
-¿Esa aldea es el centro de operaciones, verdad?
-En realidad, sí. Aunque el lugar mas poblado de la región es un oasis que hay algunas decenas de kilómetros más al noroeste. Allí tenemos un grupo electrógeno. Casi todo el combustible que llevamos es para eso. Pero la aldea esta mejor situada.
-¿Mejor situada?
-Cara a ayudar a la gente, claro. No hablaba en términos estratégicos.
-Ya lo suponía. Creo que ya estamos en el territorio de Kharim.
-¿Cómo lo sabe?
Aníbal señaló al frente. Plantados en medio de la carretera, cinco hombres aguardaban frente a un grupo de otros tantos dromedarios. Podría tomarseles por simples beduinos viajeros si no hubiera sido por los rifles AK-47 que portaban unos en bandolera y otros en las manos.
- M A Barracus
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Re: El Asunto Zangaro
Hola Fco-Mig!!!
Como veo que eres un artistazo de guionista, nos quieres echar un cable para rematar el guion del Cortometraje que estamos haciendo????
Se llama "Nait Raider".
Un saludo tio!!!
Como veo que eres un artistazo de guionista, nos quieres echar un cable para rematar el guion del Cortometraje que estamos haciendo????
Se llama "Nait Raider".
Un saludo tio!!!
Un hombre y su sueño...
K.I.T.T. & GMC VAN A TEAM
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Re: El Asunto Zangaro
Si puedo echaros una mano, yo encantado, MA. Mi e-mail es francesc02@yahoo.es
Aníbal salió del camión mientras la doctora Holbrook, antes que pudiera aconsejarle nada, se dirigía a los cinco hombres en árabe. El coronel espero a que MA, Murdock y Fénix llegaran a la altura en que ellos se encontraban. Iban desarmados, pero eso no debería de ser ningún problema. Había dos hombres en los flancos con el fusil en la mano y los otros tres con éste a la espalda. Los hombres parecían no prestar ninguna atención a Cecilia. Finalmente el que parecía el jefe habló en un inglés bastante correcto.
-Tienen que acompañarnos. Es una orden de Kharim el Chacal.
-¿Una "orden"?-Se escandalizó Cecilia.
-Ya sabe lo que le decía yo de los chantajistas-dijo Aníbal adelantándose.
-¿Chantajista?- el árabe no dominaba bien la lengua de los extranjeros, no estaba seguro del significado de ese término. Pero no le resultaba agradable de oír.
-No tenemos por qué seguir a nadie. Menos si es un bandido. Despejen la carretera y no pasará nada.
-¿Quiere hacerse el héroe?-se burló el árabe.
-¿Quiere hacérselo usted?
Aníbal sonreía y, no estando muy seguro del diálogo, el árabe poco a poco empezó también a sonreir. Aníbal rió y el árabe también lo hizo hasta que, sin perder la sonrisa, Aníbal le descargó un puñetazo en el estómago.
Fénix y Murdock se habían ido aproximando a los dos hombres con armas en la mano. Murdock saltó sobre el suyo cuando aprestó el fusil. Le cayó encima arrastrándolo al suelo, y le golpeó en la cara una sola vez. Fénix por su parte, agarró el AK-47 cuando iba a disparar. Desviando el tiro, lanzó el codo contra la cara de su adversario, arrebatándole el arma y rematándolo con un gancho a la mandíbula. MA se ocupó de los otros dos, que pugnaban por sacarse los fusiles de la espalda. Al más rápido, le dió un papirotazo y agarrándolo por el cuello, lo llevó consigo hasta donde estaba el otro. Los cráneos de ambos hicieron un ruido musical cuando los hizo entrechocar.
Aníbal también le había arrebatado el arma al parlamentario. Cuando los demás miembros del equipo a amontonaron al resto junto al caído se dirigió a él, ya sin sonreir:
-Le decís a Kharim que se ha acabado el "sí, señor". Ahora tiene que meterse con algunos de su tamaño.
-¡Perros! Esto os costará muy caro.
-U os costará muy caro a vosotros. ¡MA!
El aludido llegó con uno de los fusiles enemigos en la mano. Le sacó el cargador y lo descargó. Acto seguido, lo alzó por encima de su cabeza y le partió la culata. Arrojó los pedazos con desprecio al suelo. Entonces, Murdock empezó a disparar a los pies de los bandidos, que se apresuraron a levantarse y subir a los camellos, que lanzaron al galope.
-¡Eso es, cobardes! ¡Huid! ¡Huid ante la legión extranjera! ¡Vive la France!
MA bufó al oirle antes de volver al camión. Fénix se sacudía la mano al hacerlo cuando Afi le salió al paso, deslumbrada:
-Te has enfrentado a un bandolero ¡y armado!
-Eso no es nada, pequeña. Cosas que se hacen para matar el tiempo.
Hicieron una pequeña parada para descansar y comer algo cuando el sol estuvo alto. Poco después, reemprendieron la marcha y, al cabo de otro par de horas, llegaron por fin a su destino. La gente salió a recibir a la doctora Holbrook y a los suyos. Pero se enteraron de algo mas.
-¡Han destrozado la bomba del pozo!-tradujo la doctora Holbrook cuando le explicaron.
-¿Quienes?-dijo Aníbal.
-Kharim y sus hombres. Han amenazado con que, si la reconstruyen, no se conformarán con destruir otra vez la bomba.
-Bueno, ya sabe lo que pienso yo de Kharim y de sus opiniones.
-¡De eso me encargo yo!-saltó MA- ¿Dónde está esa bomba?
La gente del poblado les condujo hasta ella. A MA se le partió el corazón al ver que, destruida la bomba manual, la gente, algunos casi niños, tenía que lanzar cubos atados a una cuerda larga para obtener agua.
-¡Trae las herramientas, Murdock! No parece un trabajo muy a conciencia, pero me aseguraré Aníbal. Queda pocas horas de luz, pero si no hay dificultades la bomba estará funcionando antes de la noche.
-Muy bien, MA. Lo dejo en tus manos. Murdock, Fénix y yo vamos a explorar el terreno y a echar una mano a la doctora Holbrook. Si nos necesitas...
-Tranquilo, Aníbal. Os llamaré.
Así transcurrió la primera jornada.
A la mañana siguiente, MA se despertó en la habitación que compartía con Murdock. Los cooperantes vivían en una especie de barracones prefabricados. En la cámara en cuestión, apenas cabían dos literas y una pequeña palagana con un espejito para afeitarse. Eso estaba haciendo Murdock, cantando, como acostumbraba ultimamente, una marcha en francés. De repente, la canción se detuvo y se oyó un golpe seco.
-MA: ¿no decías que aquí no podían entrar bichos?
-Sí. Así es.
-Explícaselo a Totó
MA alzó la vista. Murdock tenía en la mano una navaja con algo pinchado en la punta.
-¡Un escorpión!
-Y además venenoso. Si no llego a mirar en la gorra antes de ponermela, no estaríamos hablando ahora mismo.
MA se aproximó a Murdock. Examinó al artrópodo y luego dió un rápido vistazo a la habitación.
-¡No es posible! Anoche comprobé que la puerta y la ventana estaban bien cerradas antes de acostarme. El suelo, techo y paredes no tienen ningún defecto... ¿Cómo ha entrado?
-No lo sé, MA. El caso es que lo hizo.
-¡Esto es muy extraño! Se lo comentaremos a Aníbal cuando estemos desayunando.
MA se volvió a su litera para acabar de vestirse (básicamente, de ponerse sus collares). Murdock examinó al difunto Totó antes de hacer un breve comentario.
-Debió de tomarnos cariño.
Cuando explicaron el asunto al coronel Smith, Fénix también tuvo algo que aportar: llevaba consigo una bolsa que vacio en la mesa del desayuno, al aire libre.
-Lo mío es mas divertido. Mirad: me parece que es una víbora del desierto. Estaba esta mañana entre las sábanas de mi cama. Ví que se movían y la cacé.
-Un moment, si'l vous plait.-interpuso Murdock- Aclaremos ésto: viste cómo se movía entre las sábanas... esta mañana. ¿Cómo has podido dormir sin...?
-Bueno, yo... esto... La verdad es que... no he dormido en esa cama.
-¡Vaya! No pierdes el tiempo-dijo MA.
-No me gusta.-dijo Aníbal- Coincido con MA en que esto no es normal. Que un bicho peligroso logre colarse en una habitación bien cerrada, pase. Pero que lo logren dos es muy sospechoso.
-¿Quiere decir, mon coronel, que sospecha que alguien los ha colado?
-Sí, Murdock. Puede que Kharim tenga a alguien en la aldea. A partir de esta noche dormiremos los cuatro en la misma habitación. Nos repartiremos las guardias.
-¡Oh, vamos, Aníbal! Podría ser una coincidencia.
-Es posible, Fénix. Pero no vamos a arriesgarnos. Y ya hablaremos acerca de la regla de confraternizar en exceso con los clientes.
-¿Esa regla tan antipática, Aníbal? Afi no es quien...
Fénix no pudo acabar la frase. Fué precisamente Afi quien corrió a darles la noticia.
-¡Kharim está en el pueblo! ¡Se ha plantado delante de la bomba que reconstruyó MA! La doctora Holbrook está intentando parlamentar, pero temo por ella...
Todo el equipo saltó como un resorte. Aníbal dió algunas órdenes y se dirigió hacia la bomba, seguido de MA que portaba su propia arma y la de su coronel.
Aníbal salió del camión mientras la doctora Holbrook, antes que pudiera aconsejarle nada, se dirigía a los cinco hombres en árabe. El coronel espero a que MA, Murdock y Fénix llegaran a la altura en que ellos se encontraban. Iban desarmados, pero eso no debería de ser ningún problema. Había dos hombres en los flancos con el fusil en la mano y los otros tres con éste a la espalda. Los hombres parecían no prestar ninguna atención a Cecilia. Finalmente el que parecía el jefe habló en un inglés bastante correcto.
-Tienen que acompañarnos. Es una orden de Kharim el Chacal.
-¿Una "orden"?-Se escandalizó Cecilia.
-Ya sabe lo que le decía yo de los chantajistas-dijo Aníbal adelantándose.
-¿Chantajista?- el árabe no dominaba bien la lengua de los extranjeros, no estaba seguro del significado de ese término. Pero no le resultaba agradable de oír.
-No tenemos por qué seguir a nadie. Menos si es un bandido. Despejen la carretera y no pasará nada.
-¿Quiere hacerse el héroe?-se burló el árabe.
-¿Quiere hacérselo usted?
Aníbal sonreía y, no estando muy seguro del diálogo, el árabe poco a poco empezó también a sonreir. Aníbal rió y el árabe también lo hizo hasta que, sin perder la sonrisa, Aníbal le descargó un puñetazo en el estómago.
Fénix y Murdock se habían ido aproximando a los dos hombres con armas en la mano. Murdock saltó sobre el suyo cuando aprestó el fusil. Le cayó encima arrastrándolo al suelo, y le golpeó en la cara una sola vez. Fénix por su parte, agarró el AK-47 cuando iba a disparar. Desviando el tiro, lanzó el codo contra la cara de su adversario, arrebatándole el arma y rematándolo con un gancho a la mandíbula. MA se ocupó de los otros dos, que pugnaban por sacarse los fusiles de la espalda. Al más rápido, le dió un papirotazo y agarrándolo por el cuello, lo llevó consigo hasta donde estaba el otro. Los cráneos de ambos hicieron un ruido musical cuando los hizo entrechocar.
Aníbal también le había arrebatado el arma al parlamentario. Cuando los demás miembros del equipo a amontonaron al resto junto al caído se dirigió a él, ya sin sonreir:
-Le decís a Kharim que se ha acabado el "sí, señor". Ahora tiene que meterse con algunos de su tamaño.
-¡Perros! Esto os costará muy caro.
-U os costará muy caro a vosotros. ¡MA!
El aludido llegó con uno de los fusiles enemigos en la mano. Le sacó el cargador y lo descargó. Acto seguido, lo alzó por encima de su cabeza y le partió la culata. Arrojó los pedazos con desprecio al suelo. Entonces, Murdock empezó a disparar a los pies de los bandidos, que se apresuraron a levantarse y subir a los camellos, que lanzaron al galope.
-¡Eso es, cobardes! ¡Huid! ¡Huid ante la legión extranjera! ¡Vive la France!
MA bufó al oirle antes de volver al camión. Fénix se sacudía la mano al hacerlo cuando Afi le salió al paso, deslumbrada:
-Te has enfrentado a un bandolero ¡y armado!
-Eso no es nada, pequeña. Cosas que se hacen para matar el tiempo.
Hicieron una pequeña parada para descansar y comer algo cuando el sol estuvo alto. Poco después, reemprendieron la marcha y, al cabo de otro par de horas, llegaron por fin a su destino. La gente salió a recibir a la doctora Holbrook y a los suyos. Pero se enteraron de algo mas.
-¡Han destrozado la bomba del pozo!-tradujo la doctora Holbrook cuando le explicaron.
-¿Quienes?-dijo Aníbal.
-Kharim y sus hombres. Han amenazado con que, si la reconstruyen, no se conformarán con destruir otra vez la bomba.
-Bueno, ya sabe lo que pienso yo de Kharim y de sus opiniones.
-¡De eso me encargo yo!-saltó MA- ¿Dónde está esa bomba?
La gente del poblado les condujo hasta ella. A MA se le partió el corazón al ver que, destruida la bomba manual, la gente, algunos casi niños, tenía que lanzar cubos atados a una cuerda larga para obtener agua.
-¡Trae las herramientas, Murdock! No parece un trabajo muy a conciencia, pero me aseguraré Aníbal. Queda pocas horas de luz, pero si no hay dificultades la bomba estará funcionando antes de la noche.
-Muy bien, MA. Lo dejo en tus manos. Murdock, Fénix y yo vamos a explorar el terreno y a echar una mano a la doctora Holbrook. Si nos necesitas...
-Tranquilo, Aníbal. Os llamaré.
Así transcurrió la primera jornada.
A la mañana siguiente, MA se despertó en la habitación que compartía con Murdock. Los cooperantes vivían en una especie de barracones prefabricados. En la cámara en cuestión, apenas cabían dos literas y una pequeña palagana con un espejito para afeitarse. Eso estaba haciendo Murdock, cantando, como acostumbraba ultimamente, una marcha en francés. De repente, la canción se detuvo y se oyó un golpe seco.
-MA: ¿no decías que aquí no podían entrar bichos?
-Sí. Así es.
-Explícaselo a Totó
MA alzó la vista. Murdock tenía en la mano una navaja con algo pinchado en la punta.
-¡Un escorpión!
-Y además venenoso. Si no llego a mirar en la gorra antes de ponermela, no estaríamos hablando ahora mismo.
MA se aproximó a Murdock. Examinó al artrópodo y luego dió un rápido vistazo a la habitación.
-¡No es posible! Anoche comprobé que la puerta y la ventana estaban bien cerradas antes de acostarme. El suelo, techo y paredes no tienen ningún defecto... ¿Cómo ha entrado?
-No lo sé, MA. El caso es que lo hizo.
-¡Esto es muy extraño! Se lo comentaremos a Aníbal cuando estemos desayunando.
MA se volvió a su litera para acabar de vestirse (básicamente, de ponerse sus collares). Murdock examinó al difunto Totó antes de hacer un breve comentario.
-Debió de tomarnos cariño.
Cuando explicaron el asunto al coronel Smith, Fénix también tuvo algo que aportar: llevaba consigo una bolsa que vacio en la mesa del desayuno, al aire libre.
-Lo mío es mas divertido. Mirad: me parece que es una víbora del desierto. Estaba esta mañana entre las sábanas de mi cama. Ví que se movían y la cacé.
-Un moment, si'l vous plait.-interpuso Murdock- Aclaremos ésto: viste cómo se movía entre las sábanas... esta mañana. ¿Cómo has podido dormir sin...?
-Bueno, yo... esto... La verdad es que... no he dormido en esa cama.
-¡Vaya! No pierdes el tiempo-dijo MA.
-No me gusta.-dijo Aníbal- Coincido con MA en que esto no es normal. Que un bicho peligroso logre colarse en una habitación bien cerrada, pase. Pero que lo logren dos es muy sospechoso.
-¿Quiere decir, mon coronel, que sospecha que alguien los ha colado?
-Sí, Murdock. Puede que Kharim tenga a alguien en la aldea. A partir de esta noche dormiremos los cuatro en la misma habitación. Nos repartiremos las guardias.
-¡Oh, vamos, Aníbal! Podría ser una coincidencia.
-Es posible, Fénix. Pero no vamos a arriesgarnos. Y ya hablaremos acerca de la regla de confraternizar en exceso con los clientes.
-¿Esa regla tan antipática, Aníbal? Afi no es quien...
Fénix no pudo acabar la frase. Fué precisamente Afi quien corrió a darles la noticia.
-¡Kharim está en el pueblo! ¡Se ha plantado delante de la bomba que reconstruyó MA! La doctora Holbrook está intentando parlamentar, pero temo por ella...
Todo el equipo saltó como un resorte. Aníbal dió algunas órdenes y se dirigió hacia la bomba, seguido de MA que portaba su propia arma y la de su coronel.
- M A Barracus
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Re: El Asunto Zangaro
Hola tio!!
Ya le e pasado tu emai al director del corto.
Se pondrá en contacto contigo.
Un saludo tio!!!
Ya le e pasado tu emai al director del corto.
Se pondrá en contacto contigo.
Un saludo tio!!!
Un hombre y su sueño...
K.I.T.T. & GMC VAN A TEAM
K.I.T.T. & GMC VAN A TEAM
Re: El Asunto Zangaro
Cuando Aníbal llegó hasta la explanada donde se encontraba la bomba del agua de la aldea, la doctora Holbrook estaba discutiendo con Kharim. Por el tono, no llevaba precisamente la mejor parte. Seguido de MA, Aníbal se situó al lado de Cecilia. Kharim le preguntó algo a ella.
-¿Qué ha dicho?-preguntó Aníbal.
-Pregunta si es usted quién mandó reconstruir la bomba de agua.
-Ya puede decirle que sí. Explíqueselo todo. No me da ningún miedo.
Kharim estaba montado en su camello, acompañando por seis de sus hombres. Se distinguía de ellos por su vestimenta de color blanco y negro, en vez de pardo. De su fisonomía destacaban unos ojos de fuego sobre una barba negra terminada en punta. Ahora, mientras la doctora explicaba, examinaba a Aníbal con curiosidad. Finalmente, el propio Kharim le habló.
-Sabías que no debías tocar esa bomba de agua y lo peor es que humillaste a mi gente, antes de eso. ¿Imaginas que te voy a perdonar?
-No, por cierto.-contestó Aníbal- Tampoco lo deseo. Que cierta gente me perdone la vida me importa un comino.
-Eres arrogante. Y pretencioso. Ya me lo habían dicho los míos.
-Mira por donde, creo que esa es una definición que podría aplicarse muy bien a tí.
La rabia afloró al rostro de Kharim que dijo algo a sus acompañantes, que aprestaron sus armas. Entonces, desde unas posiciones elevadas en los techos de las casas, a los que habían subido sin ser notados, Fénix y Murdock lanzaron unos disparos de advertencia. MA lanzó el fusil a Aníbal que lo cogió al vuelo y apuntó a Kharim.
Los bandidos se habían quedado inmóviles. Kharim contemplaba la nueva situación. Sus hombres estaban apiñados y ninguno había conseguido echar mano a las armas. Volvió a dirigirse a Aníbal:
-Muy listo. Y muy valiente. Me has caído bien. Tanto que voy a darte cuarenta y ocho horas en lugar de veinticuatro para abandonar este lugar y llevarte a tu gente. Si no, sufrirás las consecuencias.
-Muy bien. Voy a corresponderte: tienes treinta y seis horas en lugar de veinticuatro para cambiar de vida y disolver tu banda o sufrirás las consecuencias. Creo que estamos en paz.
Kharim hizo una mueca y, a una orden suya, él y su gente se fueron del lugar. Aníbal se quedó contemplándolos y luego le habló a MA:
-Vas a tener que blindar uno de los camiones. Que te ayude Murdock.
-Muy bien. Ayer conocí al herrero del pueblo. Creo que podrá echarnos una mano. En el peor de los casos, desmontaremos la caja del otro camión.
-También necesitaremos algo que nos proporcione artillería. La gente de Kharim no me han parecido gran cosa pero son muchos.
-En la herrería, ví un motor de ciclomotor viejo, veré que puedo hacer...
Se volvió hacia la doctora Holbrook:
-Ayer, me presentó usted al jefe de la aldea.
-Sí.
-Quisiera conferenciar con él. Pienso que debo explicarle algunas cosas. Además, necesitaremos la colaboración de su gente.
-Buena idea. Ahora mismo.
Aníbal tuvo que esperar que le sirvieran té con menta en la casa de adobe del jefe de la aldea antes de poder conferenciar. Había poco tiempo sobrante, pero debía respetar las costumbres de esa gente. Mas cuando iba a necesitarles. Además de Aníbal, estaban presentes Fénix y Afi que hacía las veces de intérprete. Por parte del jefe, había otros tres notables que le servían de consejeros. El jefe empezó a hablar. Afi tradujo:
-Dice que entiende perfectamente lo que usted pretende hacer. Pero Kharim es muy malo, su gente está armada y son mas de cincuenta.
-Dígale que ya lo sé. Cuando me ha dado mas tiempo he comprendido que lo hacía para reunir a toda su gente. Por eso he elaborado un plan. Y necesitamos su ayuda y la de su gente para llevarlo a cabo.
Durante un momento, Afi acabó de traducir. El jefe habló en seguida.
-Dice que no va a preguntarle cúal es ese plan,-tradujo Afi- pues es su trabajo y ha decidido confiar en usted. Pregunta cómo pueden ayudar.
-Dígale que debo rogarle que deje que mi colega Fénix, aquí presente y usted misma Afi interroguen a la gente del pueblo. Hay una buena posibilidad de averiguar así dónde se halla el escondite de Kharim. Así podríamos alejar el combate del pueblo. Si no fuera posible, tengo otro plan. Pero ese otro plan necesita de la colaboración de su gente, cosa que siempre es un riesgo.
Afi tardó esta vez muy poco en hablar. Y por el tono de sus palabras se notaba que compartía los sentimientos que transmitía también el jefe:
-Dice que agradece sinceramente que desee evitarnos riesgos. Pero cree que ya nos hemos humillado bastante ante Kharim. Va a ordenar que la gente nos ayude a descubrir el paradero de Kharim. Pero casi prefiere el otro plan. Cree que es mejor que los enemigos de Zangaro teman a Zangaro. No a unos extranjeros.
-Gracias, Afi.-concluyó Aníbal- Y dele las gracias también a él.
El resto del día lo pasaron Fénix y Afi tratando de descubrir, con lo que iban sabiendo de todos, la posible ubicación del campamento de Kharim. Mientras MA, Murdock, el herrero y algunos vecinos con buena voluntad estuvieron trabajando en uno de los camiones. Aníbal iba de unos a otros, aparte de ayudar también a la propia doctora Holbrook en su labor. En cierto momento, ésta hizo una observación:
-Es raro, no sé dónde se habrá metido Tom Brown...
-¿Y las piedras?
-Kharim dice que las tendrás cuando hagas lo que te he dicho.
-Pero yo no tengo nada que ver en esta guerra, solo estoy aquí para...
-Estás aquí, por lo tanto, estás en la guerra. Y si quieres vivir, harás lo que te ha pedido. Lo mismo vale si quieres las piedras. Te las daré junto con la bomba. Ajustaré el temporizador yo mismo para que tengas que colocarla y no te escapes.
-¡Esto no puede salir bien!
-O eso, o mueres. Decide tú.
-¿Qué ha dicho?-preguntó Aníbal.
-Pregunta si es usted quién mandó reconstruir la bomba de agua.
-Ya puede decirle que sí. Explíqueselo todo. No me da ningún miedo.
Kharim estaba montado en su camello, acompañando por seis de sus hombres. Se distinguía de ellos por su vestimenta de color blanco y negro, en vez de pardo. De su fisonomía destacaban unos ojos de fuego sobre una barba negra terminada en punta. Ahora, mientras la doctora explicaba, examinaba a Aníbal con curiosidad. Finalmente, el propio Kharim le habló.
-Sabías que no debías tocar esa bomba de agua y lo peor es que humillaste a mi gente, antes de eso. ¿Imaginas que te voy a perdonar?
-No, por cierto.-contestó Aníbal- Tampoco lo deseo. Que cierta gente me perdone la vida me importa un comino.
-Eres arrogante. Y pretencioso. Ya me lo habían dicho los míos.
-Mira por donde, creo que esa es una definición que podría aplicarse muy bien a tí.
La rabia afloró al rostro de Kharim que dijo algo a sus acompañantes, que aprestaron sus armas. Entonces, desde unas posiciones elevadas en los techos de las casas, a los que habían subido sin ser notados, Fénix y Murdock lanzaron unos disparos de advertencia. MA lanzó el fusil a Aníbal que lo cogió al vuelo y apuntó a Kharim.
Los bandidos se habían quedado inmóviles. Kharim contemplaba la nueva situación. Sus hombres estaban apiñados y ninguno había conseguido echar mano a las armas. Volvió a dirigirse a Aníbal:
-Muy listo. Y muy valiente. Me has caído bien. Tanto que voy a darte cuarenta y ocho horas en lugar de veinticuatro para abandonar este lugar y llevarte a tu gente. Si no, sufrirás las consecuencias.
-Muy bien. Voy a corresponderte: tienes treinta y seis horas en lugar de veinticuatro para cambiar de vida y disolver tu banda o sufrirás las consecuencias. Creo que estamos en paz.
Kharim hizo una mueca y, a una orden suya, él y su gente se fueron del lugar. Aníbal se quedó contemplándolos y luego le habló a MA:
-Vas a tener que blindar uno de los camiones. Que te ayude Murdock.
-Muy bien. Ayer conocí al herrero del pueblo. Creo que podrá echarnos una mano. En el peor de los casos, desmontaremos la caja del otro camión.
-También necesitaremos algo que nos proporcione artillería. La gente de Kharim no me han parecido gran cosa pero son muchos.
-En la herrería, ví un motor de ciclomotor viejo, veré que puedo hacer...
Se volvió hacia la doctora Holbrook:
-Ayer, me presentó usted al jefe de la aldea.
-Sí.
-Quisiera conferenciar con él. Pienso que debo explicarle algunas cosas. Además, necesitaremos la colaboración de su gente.
-Buena idea. Ahora mismo.
Aníbal tuvo que esperar que le sirvieran té con menta en la casa de adobe del jefe de la aldea antes de poder conferenciar. Había poco tiempo sobrante, pero debía respetar las costumbres de esa gente. Mas cuando iba a necesitarles. Además de Aníbal, estaban presentes Fénix y Afi que hacía las veces de intérprete. Por parte del jefe, había otros tres notables que le servían de consejeros. El jefe empezó a hablar. Afi tradujo:
-Dice que entiende perfectamente lo que usted pretende hacer. Pero Kharim es muy malo, su gente está armada y son mas de cincuenta.
-Dígale que ya lo sé. Cuando me ha dado mas tiempo he comprendido que lo hacía para reunir a toda su gente. Por eso he elaborado un plan. Y necesitamos su ayuda y la de su gente para llevarlo a cabo.
Durante un momento, Afi acabó de traducir. El jefe habló en seguida.
-Dice que no va a preguntarle cúal es ese plan,-tradujo Afi- pues es su trabajo y ha decidido confiar en usted. Pregunta cómo pueden ayudar.
-Dígale que debo rogarle que deje que mi colega Fénix, aquí presente y usted misma Afi interroguen a la gente del pueblo. Hay una buena posibilidad de averiguar así dónde se halla el escondite de Kharim. Así podríamos alejar el combate del pueblo. Si no fuera posible, tengo otro plan. Pero ese otro plan necesita de la colaboración de su gente, cosa que siempre es un riesgo.
Afi tardó esta vez muy poco en hablar. Y por el tono de sus palabras se notaba que compartía los sentimientos que transmitía también el jefe:
-Dice que agradece sinceramente que desee evitarnos riesgos. Pero cree que ya nos hemos humillado bastante ante Kharim. Va a ordenar que la gente nos ayude a descubrir el paradero de Kharim. Pero casi prefiere el otro plan. Cree que es mejor que los enemigos de Zangaro teman a Zangaro. No a unos extranjeros.
-Gracias, Afi.-concluyó Aníbal- Y dele las gracias también a él.
El resto del día lo pasaron Fénix y Afi tratando de descubrir, con lo que iban sabiendo de todos, la posible ubicación del campamento de Kharim. Mientras MA, Murdock, el herrero y algunos vecinos con buena voluntad estuvieron trabajando en uno de los camiones. Aníbal iba de unos a otros, aparte de ayudar también a la propia doctora Holbrook en su labor. En cierto momento, ésta hizo una observación:
-Es raro, no sé dónde se habrá metido Tom Brown...
-¿Y las piedras?
-Kharim dice que las tendrás cuando hagas lo que te he dicho.
-Pero yo no tengo nada que ver en esta guerra, solo estoy aquí para...
-Estás aquí, por lo tanto, estás en la guerra. Y si quieres vivir, harás lo que te ha pedido. Lo mismo vale si quieres las piedras. Te las daré junto con la bomba. Ajustaré el temporizador yo mismo para que tengas que colocarla y no te escapes.
-¡Esto no puede salir bien!
-O eso, o mueres. Decide tú.
Última edición por fco_mig el 2009/12/26 - 20:33, editado 1 vez en total.
Re: El Asunto Zangaro
Kharim conferenciaba con sus lugartenientes. Ya se habían enviado mensajeros ordenando a todos los elementos dispersos por el desierto para que se concentraran en el campamento. Pero él estaba lejos de sentirse satisfecho:
-El problema es que nos hemos vuelto blandos. Todos nosotros. Hemos perdido la costumbre de tener que doblegar a la gente que se nos resiste. Estos últimos años, las cosas han sido demasiado fáciles. Por eso le he dicho al extranjero que nos facilite algo el trabajo. En cuanto la bomba estalle, nos lanzaremos con todo lo que tengamos. Aunque no hayamos conseguido reunir a toda nuestra gente para entonces.
-¿Y si el extranjero no cumple? ¿Y si no hay estallido?
-Entonces, Amir, sí que cumpliré con el plazo de cuarenta y ocho horas. Para entonces, seremos muchos y el que lo pasará peor será el extranjero... ¡Ay de él!
Aníbal Smith había aprovechado la última guardia para asearse. La tarde había transcurrido blindando uno de los camiones para lanzarlo contra Kharim. Eso había sido mas rápido de lo que se había atrevido a esperar. Mas difícil había sido construir el lanza-piedras que se le había ocurrido a MA a manera de artillería. Pero finalmente el ingenio del corpulento MA lo había logrado. El artilugio giraba una pequeña catapulta que se colocaba en posición, dejaba unos segundos para colocar una piedra preparada al efecto y la lanzaba con fuerza. Volvía luego a colocarse en posición y vuelta a empezar.
Mucho mas complicado había resultado lo otro: a Afi y a Fénix les había costado mucho determinar tres lugares posibles como escondrijo de Kharim. MA y Murdock tendrían que salir con la camioneta para revisarlos todos. Si a pesar de todo no era ninguno de ellos, habría que abandonar el plan.
A Aníbal le gustaba llevar la última guardia cuando era preciso. Parte de las compensaciones era dar el toque de diana:
-¡Arriba, muchachos! ¡Ya es la hora!
Conocía a la perfección la reacción de todos: Fénix protestaba y se hacía el remolón. Había intentado "perderse" con Afi al final de la tarde, pero no se lo había permitido. Por eso no contestó a sus quejas. Murdock se levantaba de un salto, pero empezaba a decir tonterías y no pararía hasta que estuviera bien despierto. Cuando dormían todos en el mismo sitio, como era el caso, solía además pinchar a MA para que espabilara, pues de hecho era el que mas lentamente se despejaba. Murdock decía que a primera hora, MA caminaba dormido. Eso era cierto, pero hubiera podido ahorrarse la perorata de "ser un buen legionario" que ahora le estaba soltando. Aníbal sonrió, abrió la puerta y solo entonces se fijó en que el piso estaba mojado, el cable eléctrico conectado al pomo y lo que habían dispuesto para la salida.
MA deshizo la conexión de las baterías de los vehículos. Era un trabajo bastante fino. Y quien fuera había tenido en cuenta operar por donde no había ventanas, de forma que a la noche los movimientos pasaran desapercibidos.
-Muy ingenioso.-comentó MA- A mí me hubiera dado una buena sacudida, por lo menos. Hubieraís tenido que llevarme a la doctora, que gracias a Dios está cerca. Pero si llegan a salir Fénix o Murdock, o tú no llegas a llevar guantes aislantes...
Un escalofrío recorrió a Aníbal de nuevo. La suerte había sido su costumbre de llevar guantes y que éstos no fueran conductores de la electricidad. Cada vez que pensaba que, con el calor, tenía tendencia a quitárselos... A su edad no convenían las sacudidas eléctricas por mucho que cualquiera de los otros le hubiera podido auxiliar antes que pudiera electrocutarse.
-Esto hubiera podido incapacitar a cualquiera, mes amis.-dijo Murdock.
-¿Os daís cuenta, chicos, de la suerte que estamos teniendo? Si estuviéramos en casa, os propondría hacer un rápido viajecito a las Vegas.-añadió Fénix.
-Sea como sea, ya es oficial.-anunció Aníbal- Alguien intenta matarnos, y ya no se molesta en simular un accidente. MA, Murdock, mi idea era que Fénix y yo os íbamos a apoyar en la búsqueda. Pero ahora tenemos que investigar para encontrar a quien trata de liquidarnos desde dentro. Estareís solos. ¿Quereís arriesgaros?
-¡Por supuesto, mon coronel! La legión muere pero no se rinde. El gordo y yo estamos prestos para enfrentarnos al peligro. ¡Es nuestro deber!-Murdock remató el discurso cuadrándose.
-Por la manera como lo ha dicho, le pegaría en la cabeza a este loco para ver si los tornillos se le ponen en su sitio, coronel. ¡Pero ha hablado también por mí!
-No esperaba menos.-concluyó Aníbal.
MA y Murdock se alejaban de la aldea en la camioneta. Era bastante mas veloz que los camiones. Y también iba provista de un mapa donde se habían señalado la tarde anterior los posibles emplazamientos del campamento de Kharim. Murdock examinaba el mapa.
-¡Mas entusiasmo MA! ¡Vamos a cumplir uno de los deberes de la legión destruyendo a un bandido del desierto! Ya te imagino de vuelta, con la Legión de Honor esperándote y Monsieur le President listo para colgártela del pecho. ¡Seguro que te da tres besos en las mejillas al verte!
MA hubiera contestado a eso, pero estaba notando algo raro:
-¡Calla, loco! ¡Me parece que los frenos no funcionan!
-¿Qué? ¡Trata de reducir marchas!
-Ya lo intento, pero es inútil, alguien ha estado trasteando con esto.
-¡A la arena, MA!
-No queda mas remedio. ¡Cuando te diga, salta!
Lindy iba tras Tom Brown intentando disuadirle:
-¡Ya tienes las piedras! ¿Para qué quieres ahora hacerle un favor a Kharim?
-Me ha amenazado. Y él nunca lo hace en vano.
-¿Y qué? Todo va bien ahora. ¿Para qué vas arriesgarte?
-Quizás tú confíes en ese guaperas y en sus amigos. Pero yo no puedo contar con que vayan a ser comprensivos conmigo si me descubren.
-¡Ya basta, Tom!
Lindy se abalanzó sobre Tom, tratando de quitarle un pequeño paquete que llevaba en las manos. Tom forcejeó con ella y finalmente la abofeteó, librándose de ella. Pero al volverse vió a Aníbal y Fénix plantados frente a él. Lo siguiente fué un puñetazo que se estrelló en su mandíbula y le tumbó en el suelo. Aturdido, notó como le arrebataban el bulto de las manos y el que llevaba en el bolsillo. El mas importante.
-¡Haznos un favor y levántate! A mi amigo y a mí nos gustará mucho enseñarte lo que pensamos de la gente que le pega a una mujer.-dijo Fénix.
-Y será una lección bien gráfica y expresiva.-añadió Aníbal.
Fénix deshizo el paquete que llevaba Tom Brown en la mano: contenía una bomba de relojería en marcha. Desconectó los cables con facilidad:
-Trabajo de aficionado.-dijo Fénix- MA se hubiera sentido decepcionado. ¿Y lo tuyo Aníbal?
Aníbal había desecho la cuerda con la que estaba atado un saquito negro. Se quedó un momento paralizado y se dirigió a Fénix:
-Míralo y dime si es lo que creo que es.
Fénix se acercó, se sobresaltó y sacó una de las piedras. La frotó en su camisa y la puso al sol.
-¡Diamantes en bruto! Pero creí que Zangaro no los producía.
-No los produce.-intervino Lindy- Han venido de fuera. Los extraen clandestinamente de naciones en guerra y los venden para comprar armas y municiones. Kharim hace de intermediario. Y Tom también. Por eso se nos unió. Me convenció para que diera buenas referencias.
-Diamantes de sangre. Así los llaman. Me parece Aníbal que hemos topado con toda una red.
-Y ahora iba a colocarnos una bomba. Por cuenta de Kharim, supongo. Decidiste ser mas drástico después de los bichos y la trampa para electrocutarnos, ¿no?
Aníbal se había dirigido a Tom, aún en el suelo, que contestó.
-¿De qué habla?
-Es mejor que confieses. No puedes estar peor de lo que ya estás. Alguien ha tratado de matarnos desde que hemos llegado y tú...
Se oyó, a lo lejos, una explosión. En el horizonte, se elevó una nube de humo. "¡En esa dirección es por dónde fueron MA y Murdock!" gritó Fénix. Y entonces, se oyó otra voz.
-Lo de los atentados no ha sido ese idiota. ¡Fuí yo!
Aníbal y Fénix se volvieron. El señor Gribbs les apuntaba con una pistola. Había abandonado las gafas oscuras, se había recogido el pelo en una coleta y había intentado arreglarse la barba. A pesar de que, aún así, seguía ofreciendo un aspecto enloquecido, la idea que pugnaba por abrirse camino en el cerebro de Aníbal salió finalmente a la luz:
-¡El coronel Briggs!
-¡"Ex"coronel Briggs por culpa de usted y de su gente, Smith!
-El problema es que nos hemos vuelto blandos. Todos nosotros. Hemos perdido la costumbre de tener que doblegar a la gente que se nos resiste. Estos últimos años, las cosas han sido demasiado fáciles. Por eso le he dicho al extranjero que nos facilite algo el trabajo. En cuanto la bomba estalle, nos lanzaremos con todo lo que tengamos. Aunque no hayamos conseguido reunir a toda nuestra gente para entonces.
-¿Y si el extranjero no cumple? ¿Y si no hay estallido?
-Entonces, Amir, sí que cumpliré con el plazo de cuarenta y ocho horas. Para entonces, seremos muchos y el que lo pasará peor será el extranjero... ¡Ay de él!
Aníbal Smith había aprovechado la última guardia para asearse. La tarde había transcurrido blindando uno de los camiones para lanzarlo contra Kharim. Eso había sido mas rápido de lo que se había atrevido a esperar. Mas difícil había sido construir el lanza-piedras que se le había ocurrido a MA a manera de artillería. Pero finalmente el ingenio del corpulento MA lo había logrado. El artilugio giraba una pequeña catapulta que se colocaba en posición, dejaba unos segundos para colocar una piedra preparada al efecto y la lanzaba con fuerza. Volvía luego a colocarse en posición y vuelta a empezar.
Mucho mas complicado había resultado lo otro: a Afi y a Fénix les había costado mucho determinar tres lugares posibles como escondrijo de Kharim. MA y Murdock tendrían que salir con la camioneta para revisarlos todos. Si a pesar de todo no era ninguno de ellos, habría que abandonar el plan.
A Aníbal le gustaba llevar la última guardia cuando era preciso. Parte de las compensaciones era dar el toque de diana:
-¡Arriba, muchachos! ¡Ya es la hora!
Conocía a la perfección la reacción de todos: Fénix protestaba y se hacía el remolón. Había intentado "perderse" con Afi al final de la tarde, pero no se lo había permitido. Por eso no contestó a sus quejas. Murdock se levantaba de un salto, pero empezaba a decir tonterías y no pararía hasta que estuviera bien despierto. Cuando dormían todos en el mismo sitio, como era el caso, solía además pinchar a MA para que espabilara, pues de hecho era el que mas lentamente se despejaba. Murdock decía que a primera hora, MA caminaba dormido. Eso era cierto, pero hubiera podido ahorrarse la perorata de "ser un buen legionario" que ahora le estaba soltando. Aníbal sonrió, abrió la puerta y solo entonces se fijó en que el piso estaba mojado, el cable eléctrico conectado al pomo y lo que habían dispuesto para la salida.
MA deshizo la conexión de las baterías de los vehículos. Era un trabajo bastante fino. Y quien fuera había tenido en cuenta operar por donde no había ventanas, de forma que a la noche los movimientos pasaran desapercibidos.
-Muy ingenioso.-comentó MA- A mí me hubiera dado una buena sacudida, por lo menos. Hubieraís tenido que llevarme a la doctora, que gracias a Dios está cerca. Pero si llegan a salir Fénix o Murdock, o tú no llegas a llevar guantes aislantes...
Un escalofrío recorrió a Aníbal de nuevo. La suerte había sido su costumbre de llevar guantes y que éstos no fueran conductores de la electricidad. Cada vez que pensaba que, con el calor, tenía tendencia a quitárselos... A su edad no convenían las sacudidas eléctricas por mucho que cualquiera de los otros le hubiera podido auxiliar antes que pudiera electrocutarse.
-Esto hubiera podido incapacitar a cualquiera, mes amis.-dijo Murdock.
-¿Os daís cuenta, chicos, de la suerte que estamos teniendo? Si estuviéramos en casa, os propondría hacer un rápido viajecito a las Vegas.-añadió Fénix.
-Sea como sea, ya es oficial.-anunció Aníbal- Alguien intenta matarnos, y ya no se molesta en simular un accidente. MA, Murdock, mi idea era que Fénix y yo os íbamos a apoyar en la búsqueda. Pero ahora tenemos que investigar para encontrar a quien trata de liquidarnos desde dentro. Estareís solos. ¿Quereís arriesgaros?
-¡Por supuesto, mon coronel! La legión muere pero no se rinde. El gordo y yo estamos prestos para enfrentarnos al peligro. ¡Es nuestro deber!-Murdock remató el discurso cuadrándose.
-Por la manera como lo ha dicho, le pegaría en la cabeza a este loco para ver si los tornillos se le ponen en su sitio, coronel. ¡Pero ha hablado también por mí!
-No esperaba menos.-concluyó Aníbal.
MA y Murdock se alejaban de la aldea en la camioneta. Era bastante mas veloz que los camiones. Y también iba provista de un mapa donde se habían señalado la tarde anterior los posibles emplazamientos del campamento de Kharim. Murdock examinaba el mapa.
-¡Mas entusiasmo MA! ¡Vamos a cumplir uno de los deberes de la legión destruyendo a un bandido del desierto! Ya te imagino de vuelta, con la Legión de Honor esperándote y Monsieur le President listo para colgártela del pecho. ¡Seguro que te da tres besos en las mejillas al verte!
MA hubiera contestado a eso, pero estaba notando algo raro:
-¡Calla, loco! ¡Me parece que los frenos no funcionan!
-¿Qué? ¡Trata de reducir marchas!
-Ya lo intento, pero es inútil, alguien ha estado trasteando con esto.
-¡A la arena, MA!
-No queda mas remedio. ¡Cuando te diga, salta!
Lindy iba tras Tom Brown intentando disuadirle:
-¡Ya tienes las piedras! ¿Para qué quieres ahora hacerle un favor a Kharim?
-Me ha amenazado. Y él nunca lo hace en vano.
-¿Y qué? Todo va bien ahora. ¿Para qué vas arriesgarte?
-Quizás tú confíes en ese guaperas y en sus amigos. Pero yo no puedo contar con que vayan a ser comprensivos conmigo si me descubren.
-¡Ya basta, Tom!
Lindy se abalanzó sobre Tom, tratando de quitarle un pequeño paquete que llevaba en las manos. Tom forcejeó con ella y finalmente la abofeteó, librándose de ella. Pero al volverse vió a Aníbal y Fénix plantados frente a él. Lo siguiente fué un puñetazo que se estrelló en su mandíbula y le tumbó en el suelo. Aturdido, notó como le arrebataban el bulto de las manos y el que llevaba en el bolsillo. El mas importante.
-¡Haznos un favor y levántate! A mi amigo y a mí nos gustará mucho enseñarte lo que pensamos de la gente que le pega a una mujer.-dijo Fénix.
-Y será una lección bien gráfica y expresiva.-añadió Aníbal.
Fénix deshizo el paquete que llevaba Tom Brown en la mano: contenía una bomba de relojería en marcha. Desconectó los cables con facilidad:
-Trabajo de aficionado.-dijo Fénix- MA se hubiera sentido decepcionado. ¿Y lo tuyo Aníbal?
Aníbal había desecho la cuerda con la que estaba atado un saquito negro. Se quedó un momento paralizado y se dirigió a Fénix:
-Míralo y dime si es lo que creo que es.
Fénix se acercó, se sobresaltó y sacó una de las piedras. La frotó en su camisa y la puso al sol.
-¡Diamantes en bruto! Pero creí que Zangaro no los producía.
-No los produce.-intervino Lindy- Han venido de fuera. Los extraen clandestinamente de naciones en guerra y los venden para comprar armas y municiones. Kharim hace de intermediario. Y Tom también. Por eso se nos unió. Me convenció para que diera buenas referencias.
-Diamantes de sangre. Así los llaman. Me parece Aníbal que hemos topado con toda una red.
-Y ahora iba a colocarnos una bomba. Por cuenta de Kharim, supongo. Decidiste ser mas drástico después de los bichos y la trampa para electrocutarnos, ¿no?
Aníbal se había dirigido a Tom, aún en el suelo, que contestó.
-¿De qué habla?
-Es mejor que confieses. No puedes estar peor de lo que ya estás. Alguien ha tratado de matarnos desde que hemos llegado y tú...
Se oyó, a lo lejos, una explosión. En el horizonte, se elevó una nube de humo. "¡En esa dirección es por dónde fueron MA y Murdock!" gritó Fénix. Y entonces, se oyó otra voz.
-Lo de los atentados no ha sido ese idiota. ¡Fuí yo!
Aníbal y Fénix se volvieron. El señor Gribbs les apuntaba con una pistola. Había abandonado las gafas oscuras, se había recogido el pelo en una coleta y había intentado arreglarse la barba. A pesar de que, aún así, seguía ofreciendo un aspecto enloquecido, la idea que pugnaba por abrirse camino en el cerebro de Aníbal salió finalmente a la luz:
-¡El coronel Briggs!
-¡"Ex"coronel Briggs por culpa de usted y de su gente, Smith!
Re: El Asunto Zangaro
Aníbal Smith estudió rapidamente la situación, consciente de la columna de humo que se elevaba en el horizonte por donde se habían ido MA y Murdock. Briggs llevaba una pistola y no les perdía de vista a Fénix y a él. Pero también empezaba a compartir la convicción de Murdock que el ex-coronel, como él mismo se había calificado, estaba como un cencerro.
-¿Dice que fué usted el que nos puso todas las trampas?
-¡Sí! ¡Fuí yo! Son muy duros de pelar. Me ha costado mucho que dos de ustedes cayeran por fin en una de mis emboscadas.-señaló la columna de humo.
Aníbal aparentaba tranquilidad. Si de verdad el tipo estaba loco, tenían una posibilidad. Habría que seguirle la corriente:
-Muy hábil. Lo reconozco. Manipuló la camioneta, ¿verdad?
-¡Sí! Cuando me enteré que pensaban buscar el escondrijo del "Chacal del desierto" con ella. Y preparé la trampa para electrocutarles... ¡Todo en una noche!
-Estupendo. ¿Cómo se las arregló con el escorpión y la víbora?
-Me costó un infierno capturarlos. Quería que pareciera un accidente pero... ¡No se mueva de donde está, Peck!
Fénix, comprendidendo lo que intentaba Aníbal, había ido variando su posición. Briggs se había dado cuenta justo cuando estaba a punto de escapar de su campo visual. Forzó una sonrisa:
-Tranquilicese, coronel. Por cierto: ¿no ha dicho que ya no es coronel?
-¡No! ¡Gracias a ustedes! Me ingresaron y me llenaron de tranquilizantes... Les mataré por esto.
-O sea, que está usted... bueno, como Murdock, ¿es lo que quiere decir?
-¡¡ NO ESTOY LOCO !!
-No, claro. Solo un poquito espeso...
La expresión de Briggs dejaba suficientemente claro que ése era un mal camino. Aníbal volvió a hablar. Tenía en la mano la bolsa con los diamantes en bruto.
-Coronel Briggs: Quizás no se encuentre usted en su mejor momento, pero no dudo que usted siempre ha cumplido con su deber.
-¿Mi... deber?
-Sí. Su deber.-mostró en alto el saquito negro- Aquí hay unos diamantes que han sido sacados de contrabando de un país en conflicto. A través de Kharim el Chacal llegaron hasta aquí. Y este individuo, Tom Brown,-señaló al hombre, que se había levantado del suelo- los ha recibido para llevarlos a Los Angeles. Su primer deber debe ser detenerle.
-¡Pero ustedes arruinaron mi vida! ¡Deben morir!
-Eso puede esperar. De hecho, "debe" esperar. Si algo ha sido usted siempre es un policía. Policía militar, pero policía. Dice que no está usted chiflado. Entonces: ¿va a dejar que un culpable se marche sin más?
-No... No es cierto...
No estaba nada claro qué era lo que Briggs no daba por cierto. Pero entonces Lindy, que había permanecido silenciosa hasta entonces, arrancó a hablar.
-¡Es verdad! ¡Puedo jurárselo! Tom Brown me engañó para que le ayudara a entrar en la ONG para la que trabajo. Empecé a desconfiar de él cuando me dí cuenta que lo que le importaba no era yo, sino las malditas piedras. ¡Iba a deshacerse de nosotros porque Kharim le ha amenazado!
-Señorita, no...
Lindy se había acercado mucho a Briggs, que estaba cada vez mas confuso. Aníbal vió la oportunidad. Arrojó el saquito hacia Briggs gritando: "¡Cójalo!" Instintivamente, el ex coronel alargó la mano para atraparlo. En ese momento, Aníbal y Fénix se abalanzaron sobre él. Briggs hubiera podido disparar, pero Lindy le sujetó la mano durante un segundo que fué crucial. Aníbal y Fénix derribaron a Briggs en el suelo. Smith sujetaba la mano que empuñaba todavía la pistola, Peck trataba de inmovilizarle las piernas. Cosa difícil, pues Briggs no paraba de luchar en el suelo, tratando de liberarse. Sonaron dos disparos que fueron al aire antes que Smith conectara un buen puñetazo a la mandíbula.
-¡Atalo, Fénix!-Ordenó Aníbal.
Lo único que Peck pudo encontrar para hacerlo fué la cuerda que sujetaba el saquito de los diamantes, caído en el suelo. Pero pronto ató las piernas al ex coronel. Mientras, Aníbal le ataba las manos con su propio cinturón.
-De momento, esto lo detendrá.-dijo el coronel Smith, incorporándose.-¿Dónde está Tom Brown?
-¡Hace un momento estaba aquí!-dijo Lindy.
Aprovechando la confusión, el pretendido enfermero se había esfumado. A cambio, la doctora Holbrook, Afi y algunos vecinos iba apareciendo atraídos por los disparos al aire de Briggs.
-No ha podido ir muy lejos. ¡Busquemosle!-dijo Fénix.
-¡No! ¡MA y Murdock tienen prioridad! ¡Hemos de ir a buscarles!
Kharim había puesto centinelas en torno al poblado. Montados en sus camellos, tenían que vigilar que Tom Brown cumplía con su parte y hacía estallar la bomba que se le había proporcionado. Les desconcertó el hecho que estallara una bomba fuera del poblado. Tres de ellos se reunieron y decidieron ir a dar un vistazo. Podrían ser buenas noticias a pesar de no llegar del lugar que se esperaba. Uno de los hombres había visto salir de la aldea a la camioneta por la mañana. No había conseguido identificar a quien conducía, pero pudiera ser que Brown hubiera puesto la bomba precisamente en la camioneta.
Llegaron al lado de la camioneta al cabo de unos minutos. Estaba fuera de la pista de tierra, hecha trizas y ardiendo. Uno de ellos se acercó al vehiculo, pensando en un posible botín. Pero los otros dos vieron el rastro: dos series de huellas se alejaban de la destrozada camioneta y se dirigían hacia la aldea. No cabía duda que había habido supervivientes. Los dos hombres cargaron sus rifles y se lanzaron en pos de los rastros.
Las huellas ascendían por una duna cercana, de manera que la rodearon y se sorprendieron al ver que por el otro lado no seguía ningún rastro. Se miraron desconcertados. El rastro que habían seguido era solo de ida. No podían haber vuelto atrás. Al final ascendieron la duna por el lado y se encontraron con que el rastro, solo de ida, acababa en la cima de ésta. Descendieron sacudiendo las cabezas y descubrieron que al compañero iba deprisa a reunirseles montado en el camello. No descubrieron que algo iba mal hasta que fué demasiado tarde. Murdock salió de detrás de una gran roca, disparando con el arma arrebatada al tercer camellero mientras MA, pues no era otro el que montaba en el camello se abalanzó sobre ellos a paso de carga. Los bandidos no tuvieron tiempo ni ocasión de reaccionar. Dejarlos sin sentido de sendos puñetazos no resultó ningún problema para MA. Murdock dejó de disparar y habló con su compañero. MA iba disfrazado a medias, pues el bandido tenía por lo menos una talla menos. MA había rasgado la chilaba por la espalda y se la había embutido como había podido, echándose encima el turbante que le venía grande en precario equilibrio.
-¿Lo ves? Te dije que el viejo truco de retroceder sobre los propios pasos andando hacia atrás y escondernos entre las piedras daría resultado.
-Hay que reconocer que tenías razón. Pero teniendo en cuenta lo que ha costado hacerlo por la cuesta de la duna... ¡casi nos descalabramos!
-¡No importa! Cojamos los camellos, atemos a estos tipos y vayamos en busca de Fénix y el coronel. Deben estar preocupados por nosotros.
-¿Dice que fué usted el que nos puso todas las trampas?
-¡Sí! ¡Fuí yo! Son muy duros de pelar. Me ha costado mucho que dos de ustedes cayeran por fin en una de mis emboscadas.-señaló la columna de humo.
Aníbal aparentaba tranquilidad. Si de verdad el tipo estaba loco, tenían una posibilidad. Habría que seguirle la corriente:
-Muy hábil. Lo reconozco. Manipuló la camioneta, ¿verdad?
-¡Sí! Cuando me enteré que pensaban buscar el escondrijo del "Chacal del desierto" con ella. Y preparé la trampa para electrocutarles... ¡Todo en una noche!
-Estupendo. ¿Cómo se las arregló con el escorpión y la víbora?
-Me costó un infierno capturarlos. Quería que pareciera un accidente pero... ¡No se mueva de donde está, Peck!
Fénix, comprendidendo lo que intentaba Aníbal, había ido variando su posición. Briggs se había dado cuenta justo cuando estaba a punto de escapar de su campo visual. Forzó una sonrisa:
-Tranquilicese, coronel. Por cierto: ¿no ha dicho que ya no es coronel?
-¡No! ¡Gracias a ustedes! Me ingresaron y me llenaron de tranquilizantes... Les mataré por esto.
-O sea, que está usted... bueno, como Murdock, ¿es lo que quiere decir?
-¡¡ NO ESTOY LOCO !!
-No, claro. Solo un poquito espeso...
La expresión de Briggs dejaba suficientemente claro que ése era un mal camino. Aníbal volvió a hablar. Tenía en la mano la bolsa con los diamantes en bruto.
-Coronel Briggs: Quizás no se encuentre usted en su mejor momento, pero no dudo que usted siempre ha cumplido con su deber.
-¿Mi... deber?
-Sí. Su deber.-mostró en alto el saquito negro- Aquí hay unos diamantes que han sido sacados de contrabando de un país en conflicto. A través de Kharim el Chacal llegaron hasta aquí. Y este individuo, Tom Brown,-señaló al hombre, que se había levantado del suelo- los ha recibido para llevarlos a Los Angeles. Su primer deber debe ser detenerle.
-¡Pero ustedes arruinaron mi vida! ¡Deben morir!
-Eso puede esperar. De hecho, "debe" esperar. Si algo ha sido usted siempre es un policía. Policía militar, pero policía. Dice que no está usted chiflado. Entonces: ¿va a dejar que un culpable se marche sin más?
-No... No es cierto...
No estaba nada claro qué era lo que Briggs no daba por cierto. Pero entonces Lindy, que había permanecido silenciosa hasta entonces, arrancó a hablar.
-¡Es verdad! ¡Puedo jurárselo! Tom Brown me engañó para que le ayudara a entrar en la ONG para la que trabajo. Empecé a desconfiar de él cuando me dí cuenta que lo que le importaba no era yo, sino las malditas piedras. ¡Iba a deshacerse de nosotros porque Kharim le ha amenazado!
-Señorita, no...
Lindy se había acercado mucho a Briggs, que estaba cada vez mas confuso. Aníbal vió la oportunidad. Arrojó el saquito hacia Briggs gritando: "¡Cójalo!" Instintivamente, el ex coronel alargó la mano para atraparlo. En ese momento, Aníbal y Fénix se abalanzaron sobre él. Briggs hubiera podido disparar, pero Lindy le sujetó la mano durante un segundo que fué crucial. Aníbal y Fénix derribaron a Briggs en el suelo. Smith sujetaba la mano que empuñaba todavía la pistola, Peck trataba de inmovilizarle las piernas. Cosa difícil, pues Briggs no paraba de luchar en el suelo, tratando de liberarse. Sonaron dos disparos que fueron al aire antes que Smith conectara un buen puñetazo a la mandíbula.
-¡Atalo, Fénix!-Ordenó Aníbal.
Lo único que Peck pudo encontrar para hacerlo fué la cuerda que sujetaba el saquito de los diamantes, caído en el suelo. Pero pronto ató las piernas al ex coronel. Mientras, Aníbal le ataba las manos con su propio cinturón.
-De momento, esto lo detendrá.-dijo el coronel Smith, incorporándose.-¿Dónde está Tom Brown?
-¡Hace un momento estaba aquí!-dijo Lindy.
Aprovechando la confusión, el pretendido enfermero se había esfumado. A cambio, la doctora Holbrook, Afi y algunos vecinos iba apareciendo atraídos por los disparos al aire de Briggs.
-No ha podido ir muy lejos. ¡Busquemosle!-dijo Fénix.
-¡No! ¡MA y Murdock tienen prioridad! ¡Hemos de ir a buscarles!
Kharim había puesto centinelas en torno al poblado. Montados en sus camellos, tenían que vigilar que Tom Brown cumplía con su parte y hacía estallar la bomba que se le había proporcionado. Les desconcertó el hecho que estallara una bomba fuera del poblado. Tres de ellos se reunieron y decidieron ir a dar un vistazo. Podrían ser buenas noticias a pesar de no llegar del lugar que se esperaba. Uno de los hombres había visto salir de la aldea a la camioneta por la mañana. No había conseguido identificar a quien conducía, pero pudiera ser que Brown hubiera puesto la bomba precisamente en la camioneta.
Llegaron al lado de la camioneta al cabo de unos minutos. Estaba fuera de la pista de tierra, hecha trizas y ardiendo. Uno de ellos se acercó al vehiculo, pensando en un posible botín. Pero los otros dos vieron el rastro: dos series de huellas se alejaban de la destrozada camioneta y se dirigían hacia la aldea. No cabía duda que había habido supervivientes. Los dos hombres cargaron sus rifles y se lanzaron en pos de los rastros.
Las huellas ascendían por una duna cercana, de manera que la rodearon y se sorprendieron al ver que por el otro lado no seguía ningún rastro. Se miraron desconcertados. El rastro que habían seguido era solo de ida. No podían haber vuelto atrás. Al final ascendieron la duna por el lado y se encontraron con que el rastro, solo de ida, acababa en la cima de ésta. Descendieron sacudiendo las cabezas y descubrieron que al compañero iba deprisa a reunirseles montado en el camello. No descubrieron que algo iba mal hasta que fué demasiado tarde. Murdock salió de detrás de una gran roca, disparando con el arma arrebatada al tercer camellero mientras MA, pues no era otro el que montaba en el camello se abalanzó sobre ellos a paso de carga. Los bandidos no tuvieron tiempo ni ocasión de reaccionar. Dejarlos sin sentido de sendos puñetazos no resultó ningún problema para MA. Murdock dejó de disparar y habló con su compañero. MA iba disfrazado a medias, pues el bandido tenía por lo menos una talla menos. MA había rasgado la chilaba por la espalda y se la había embutido como había podido, echándose encima el turbante que le venía grande en precario equilibrio.
-¿Lo ves? Te dije que el viejo truco de retroceder sobre los propios pasos andando hacia atrás y escondernos entre las piedras daría resultado.
-Hay que reconocer que tenías razón. Pero teniendo en cuenta lo que ha costado hacerlo por la cuesta de la duna... ¡casi nos descalabramos!
-¡No importa! Cojamos los camellos, atemos a estos tipos y vayamos en busca de Fénix y el coronel. Deben estar preocupados por nosotros.
Re: El Asunto Zangaro
Se encontraban reunidos en torno a la mesa Aníbal Smith, Fénix, la doctora Holbrook, Afi y Amadou, el jefe de la aldea. Fué Aníbal quien empezó a hablar a la doctora Holbrook:
-Dígale al jefe que Briggs, sin pretenderlo, ha arruinado mi primer plan. No nos queda otra opción que emplear el segundo, visto que MA dice que la camioneta no tiene arreglo.
Cecilia Holbrook estaba traduciendo cuando MA y Murdock entraron en la pieza:
-Tendría que ver cómo se ha puesto el coronel Briggs cuando ha descubierto que al final no morimos en el choque, mon coronel. Se ha puesto frenético.-dijo Murdock.
-Es verdad. Está mas loco que Murdock, que ya es decir.-añadió MA.
Murdock iba a responder, pero se le adelantó la doctora Holbrook:
-Por cierto, el jefe me ha dicho que no pueden tener a Gribbs... perdón, a Briggs encerrado todo el tiempo. Alega que no le ha hecho nada a la aldea, directamente.
-¡Pero está loco!-dijo MA
-Sí, pero aquí no es costumbre encerrar a la gente por el solo hecho de estar locos.-interpuso Afi.
-¡Vaya! Esa sí que es una buena idea.-dijo Murdock.
-Sí. Deberías quedarte a vivir aquí.-le contestó MA a Murdock.
Antes que Murdock pudiera replicar, Aníbal volvió a hablar.
-Tampoco pretendo que lo mantega encerrado mucho tiempo. Sé que aquí no tienen los medios. La idea es llevarlo a la capital y que la embajada se haga cargo del asunto.
-No es buena idea.-dijo la doctora Holbrook- No tenemos embajada aquí. Solo un consulado que es poco mas que el despacho del cónsul y el de su secretaria. Los asuntos se llevan desde Niamey...
-¡Vaya! Con esto no contaba. Quizás las autoridades locales...
-Dudo que funcione. No tienen mucho control de lo que pasa más allá de la capital y sus alrededores.
-Y aquí, entre nosotros:-volvió a hablar Afi- no son de fíar.
-Creo que lo mejor es llevarlo con nosotros, de vuelta a los Angeles.-dijo la doctora Holbrook.
-No me parece buena idea. El viaje es largo y la locura no parece haberle vuelto mas tonto, sino todo lo contrario.
-Entonces...
Aníbal se encogió de hombros.
-Es todo un problema. Ya se nos ocurrirá algo.
-Además, Tom Brown se ha escapado. ¡Esa es otra!-añadió Ma.
-¡Pero sin los diamantes!-dijo Fénix, señalando la bolsa negra cerrada encima de la mesa.
-Hablando de eso:-interpuso la doctora Holbrook- ya podemos confirmar que Tom Brown no existe. Quiero decir, las referencias que nos dió son falsas. Me lo ha confirmado nuestra central, desde los Angeles. Dudo que "Tom Brown" fuera su verdadero nombre.
El coronel Smith meditó por un momento, y al final habló:
-Brown no me preocupa. Ya le buscaremos cuando lleguemos a los Angeles. No puede recurrir a las autoridades teniendo en cuenta el origen de las piedras. ¡Ahora, el tiempo corre y tenemos una cita con Kharim!-Se volvió hacia MA- MA, quiero que empieces a preparar el pueblo como hablamos. Como hay aquí mas gente que sabe francés de la que me había atrevido a esperar, Murdock te echará una mano. Para lo que él no llegue, la doctora Holbrook te hará de traductora cuando acabemos aquí. Doctora: quiero que le diga al jefe que necesitaremos del esfuerzo de todo el pueblo. Tiene que hablar con ellos y explicárselo. MA les indicará lo que hay que hacer. Fénix, necesito que consigas unos cien camellos...
-Cien camellos...-empezó Fénix.
-¡Vamos! Si ya has visto que por aquí abundan.
-¡Eso es verdad! Con tu permiso...-alargó la mano hacia la bolsa de diamantes.
-¿Qué haces?-dijo Aníbal.
-Bien tengo que pagarlos. Por una vez que voy a poder hacerlo.
-¿Pero sabes qué representan esas piedras? Son arrancadas de la tierra mediante el trabajo de esclavos. Su contrabando sirve para sostener a guerrillas...
-Por eso mismo no se me ocurre mejor modo de emplearlos. Con una piedra pequeña bastará y sobrará. Hasta una de ellas pueden servir para pagar nuestro trabajo, y aún sobrará. El resto pueden servir de cebo para Brown y, sino, son beneficios...
-A mí no me gusta.-intervino MA- ¡Esas piedras están manchadas de sangre! Si las usamos, de algún modo, estamos contribuyendo a que otra gente haga el mal.
-¡Vamos, MA! Ya las han extraído. No podemos cambiar eso. Y Zangaro es sólo la última parada de su viaje. Quién sabe de dónde vienen. Sé algo de joyas pero no soy experto. Luego no podemos devolverlas. ¿Se te ocurre un uso mejor?
-Creo que en lo básico MA tiene razón.-dijo meditabundo Aníbal- Pero también puedo comprender el punto de vista de Fénix. Son mas de cincuenta, pero solo usaremos las dos que ha dicho. El resto, servirán de cebo para Brown y su gente. Puedes coger una, Fénix.
Templeton Peck así lo hizo. Requirió a Afi como traductora y salió a hacer su parte. El resto no tardó en seguirle, excepto Aníbal, que se quedó contemplando el saquito. Murdock, que iba a salir el último se volvió hacia él:
-Sé lo que piensa, coronel. Son una tentación. Cuando lleguemos a los Angeles, tendremos un problema.
-Así es.-Aníbal hizo una pausa y decidió.- De momento, voy a ponerme en contacto con Amy en la ciudad, usando el equipo de la ONG. No es que no me fíe de la central, pero ellos no son investigadores. Quizás Amy encuentre alguna pista que podamos usar a la vuelta.
-Bien pensado, coronel.-Dijo Murdock y salió por la puerta.
MA y Murdock, ayudados por la doctora Holbrook, Aníbal y Lindy comenzaron entonces a distribuir y asignar diversas tareas a la gente que Amadou había puesto a su disposición. Cavaron hoyos profundos y fabricaron a toda prisa redes para usarlas en trampas que Murdock enseñó a montar. MA y el herrero se emplearon a fondo soldando y ensamblando largos pedazos de hierro de diversas procedencias. Aníbal explicó, con la ayuda de la doctora Holbrook, cómo se podían fabricar bombas de humo caseras...
Mientras, Fénix y Afi habían localizado a un viejo camellero que disponía de suficientes camellos en una granja en las afuras del pueblo. La barrera del idioma era un problema para Fénix. Sabía hablar francés, pero no todo el mundo en el pueblo lo comprendía, y el camellero era uno de éstos. Peck siempre sabía arreglarselas para que cualquier desconocido tuviera la impresión que le conocía muy bien y le apreciaba mucho. Eso no había cambiado. Pero no era tan fácil convencerlos cuando la única forma de comunicarse pasaba por el "dice que/dile que". Templeton era muy consciente que no sabía qué le estaba diciendo exactamente Afi al camellero y que no sabía hasta qué punto Afi reproducía al camellero. El arte de Fénix era sutil. Si no hubiera podido ofrecer el diamante a cambio, cosa que hacía innecesaria la sutileza, hubiera tenido muchos problemas. Y parecía que los estaba teniendo de todas formas. Afi volvió a hablarle después de discutir con el camellero.
-Dice que lo que ofrecemos está muy bien. Pero esa piedra no representa nada para él.
-¡Qué está diciendo! Puede obtener cualquier cosa con ella. ¡Vale mucho mas que los camellos!
-Sí, pero para eso tendría, como mínimo, que desplazarse a la capital. Dice que ya es demasiado viejo para eso. Y no quiere que vayan sus hijos. Dice que una vez llegados a la capital, podrían no volver.
Fénix reflexionó un momento. Eso era algo con lo que no había contado.
-Pregúntale que necesita.-dijo, buscando una salida.
-Ya lo he hecho.-contestó Afi- Dice que, como ninguno de sus hijos parece interesado en continuar el negocio, y su esposa ya ha muerto, le hacen falta brazos que trabajen en la granja. Dice que pagaría gustoso doscientos o mas camellos por un par de brazos fuertes...
De repente, la cara de Fénix se iluminó:
-Así que un par de brazos fuertes...
-Cambiaste los camellos...¡¿por el coronel Briggs?!-El tono de Aníbal oscilaba entre escandalizado, sorprendido e incrédulo.
-En aquel momento me pareció lo mejor, Aníbal: No sabíamos que hacer con Briggs y el tipo no quería darme de otra manera los camellos que me habías pedido.
-Sí, pero...
-Mira, luego informaremos al cónsul del asunto. Seguro que encuentra la manera de liberarle y devolverlo al psiquiátrico militar de forma segura. Mientras tanto, puede trabajar aquí. Además, así no he gastado el diamante que tanto te preocupaba.
-No se lo tome tan mal.-interpuso Afi- Le puedo asegurar que estará mejor trabajando en la granja para ese viejo camellero que en una celda en la capital de Zangaro.
-Y entre tantos camellos...¡seguro que encuentra algún amigo!-dijo Murdock que lo había oído todo- A mí no me parece mal. ¿Dónde quiere los camellos, coronel?
Aníbal decidió dejar de lado el asunto, por lo menos de momento, y se puso a dar instrucciones. Fénix y Afi se unieron a los grupos de trabajo que se habían formado ya. Aníbal revisó las trampas y dió el visto bueno a los hoyos. Luego, probó el dispositivo montado por MA y el herrero. Lo encontró todo satisfactorio.
-Kharim ya puede venir cuando quiera.-Asintió.
-Dígale al jefe que Briggs, sin pretenderlo, ha arruinado mi primer plan. No nos queda otra opción que emplear el segundo, visto que MA dice que la camioneta no tiene arreglo.
Cecilia Holbrook estaba traduciendo cuando MA y Murdock entraron en la pieza:
-Tendría que ver cómo se ha puesto el coronel Briggs cuando ha descubierto que al final no morimos en el choque, mon coronel. Se ha puesto frenético.-dijo Murdock.
-Es verdad. Está mas loco que Murdock, que ya es decir.-añadió MA.
Murdock iba a responder, pero se le adelantó la doctora Holbrook:
-Por cierto, el jefe me ha dicho que no pueden tener a Gribbs... perdón, a Briggs encerrado todo el tiempo. Alega que no le ha hecho nada a la aldea, directamente.
-¡Pero está loco!-dijo MA
-Sí, pero aquí no es costumbre encerrar a la gente por el solo hecho de estar locos.-interpuso Afi.
-¡Vaya! Esa sí que es una buena idea.-dijo Murdock.
-Sí. Deberías quedarte a vivir aquí.-le contestó MA a Murdock.
Antes que Murdock pudiera replicar, Aníbal volvió a hablar.
-Tampoco pretendo que lo mantega encerrado mucho tiempo. Sé que aquí no tienen los medios. La idea es llevarlo a la capital y que la embajada se haga cargo del asunto.
-No es buena idea.-dijo la doctora Holbrook- No tenemos embajada aquí. Solo un consulado que es poco mas que el despacho del cónsul y el de su secretaria. Los asuntos se llevan desde Niamey...
-¡Vaya! Con esto no contaba. Quizás las autoridades locales...
-Dudo que funcione. No tienen mucho control de lo que pasa más allá de la capital y sus alrededores.
-Y aquí, entre nosotros:-volvió a hablar Afi- no son de fíar.
-Creo que lo mejor es llevarlo con nosotros, de vuelta a los Angeles.-dijo la doctora Holbrook.
-No me parece buena idea. El viaje es largo y la locura no parece haberle vuelto mas tonto, sino todo lo contrario.
-Entonces...
Aníbal se encogió de hombros.
-Es todo un problema. Ya se nos ocurrirá algo.
-Además, Tom Brown se ha escapado. ¡Esa es otra!-añadió Ma.
-¡Pero sin los diamantes!-dijo Fénix, señalando la bolsa negra cerrada encima de la mesa.
-Hablando de eso:-interpuso la doctora Holbrook- ya podemos confirmar que Tom Brown no existe. Quiero decir, las referencias que nos dió son falsas. Me lo ha confirmado nuestra central, desde los Angeles. Dudo que "Tom Brown" fuera su verdadero nombre.
El coronel Smith meditó por un momento, y al final habló:
-Brown no me preocupa. Ya le buscaremos cuando lleguemos a los Angeles. No puede recurrir a las autoridades teniendo en cuenta el origen de las piedras. ¡Ahora, el tiempo corre y tenemos una cita con Kharim!-Se volvió hacia MA- MA, quiero que empieces a preparar el pueblo como hablamos. Como hay aquí mas gente que sabe francés de la que me había atrevido a esperar, Murdock te echará una mano. Para lo que él no llegue, la doctora Holbrook te hará de traductora cuando acabemos aquí. Doctora: quiero que le diga al jefe que necesitaremos del esfuerzo de todo el pueblo. Tiene que hablar con ellos y explicárselo. MA les indicará lo que hay que hacer. Fénix, necesito que consigas unos cien camellos...
-Cien camellos...-empezó Fénix.
-¡Vamos! Si ya has visto que por aquí abundan.
-¡Eso es verdad! Con tu permiso...-alargó la mano hacia la bolsa de diamantes.
-¿Qué haces?-dijo Aníbal.
-Bien tengo que pagarlos. Por una vez que voy a poder hacerlo.
-¿Pero sabes qué representan esas piedras? Son arrancadas de la tierra mediante el trabajo de esclavos. Su contrabando sirve para sostener a guerrillas...
-Por eso mismo no se me ocurre mejor modo de emplearlos. Con una piedra pequeña bastará y sobrará. Hasta una de ellas pueden servir para pagar nuestro trabajo, y aún sobrará. El resto pueden servir de cebo para Brown y, sino, son beneficios...
-A mí no me gusta.-intervino MA- ¡Esas piedras están manchadas de sangre! Si las usamos, de algún modo, estamos contribuyendo a que otra gente haga el mal.
-¡Vamos, MA! Ya las han extraído. No podemos cambiar eso. Y Zangaro es sólo la última parada de su viaje. Quién sabe de dónde vienen. Sé algo de joyas pero no soy experto. Luego no podemos devolverlas. ¿Se te ocurre un uso mejor?
-Creo que en lo básico MA tiene razón.-dijo meditabundo Aníbal- Pero también puedo comprender el punto de vista de Fénix. Son mas de cincuenta, pero solo usaremos las dos que ha dicho. El resto, servirán de cebo para Brown y su gente. Puedes coger una, Fénix.
Templeton Peck así lo hizo. Requirió a Afi como traductora y salió a hacer su parte. El resto no tardó en seguirle, excepto Aníbal, que se quedó contemplando el saquito. Murdock, que iba a salir el último se volvió hacia él:
-Sé lo que piensa, coronel. Son una tentación. Cuando lleguemos a los Angeles, tendremos un problema.
-Así es.-Aníbal hizo una pausa y decidió.- De momento, voy a ponerme en contacto con Amy en la ciudad, usando el equipo de la ONG. No es que no me fíe de la central, pero ellos no son investigadores. Quizás Amy encuentre alguna pista que podamos usar a la vuelta.
-Bien pensado, coronel.-Dijo Murdock y salió por la puerta.
MA y Murdock, ayudados por la doctora Holbrook, Aníbal y Lindy comenzaron entonces a distribuir y asignar diversas tareas a la gente que Amadou había puesto a su disposición. Cavaron hoyos profundos y fabricaron a toda prisa redes para usarlas en trampas que Murdock enseñó a montar. MA y el herrero se emplearon a fondo soldando y ensamblando largos pedazos de hierro de diversas procedencias. Aníbal explicó, con la ayuda de la doctora Holbrook, cómo se podían fabricar bombas de humo caseras...
Mientras, Fénix y Afi habían localizado a un viejo camellero que disponía de suficientes camellos en una granja en las afuras del pueblo. La barrera del idioma era un problema para Fénix. Sabía hablar francés, pero no todo el mundo en el pueblo lo comprendía, y el camellero era uno de éstos. Peck siempre sabía arreglarselas para que cualquier desconocido tuviera la impresión que le conocía muy bien y le apreciaba mucho. Eso no había cambiado. Pero no era tan fácil convencerlos cuando la única forma de comunicarse pasaba por el "dice que/dile que". Templeton era muy consciente que no sabía qué le estaba diciendo exactamente Afi al camellero y que no sabía hasta qué punto Afi reproducía al camellero. El arte de Fénix era sutil. Si no hubiera podido ofrecer el diamante a cambio, cosa que hacía innecesaria la sutileza, hubiera tenido muchos problemas. Y parecía que los estaba teniendo de todas formas. Afi volvió a hablarle después de discutir con el camellero.
-Dice que lo que ofrecemos está muy bien. Pero esa piedra no representa nada para él.
-¡Qué está diciendo! Puede obtener cualquier cosa con ella. ¡Vale mucho mas que los camellos!
-Sí, pero para eso tendría, como mínimo, que desplazarse a la capital. Dice que ya es demasiado viejo para eso. Y no quiere que vayan sus hijos. Dice que una vez llegados a la capital, podrían no volver.
Fénix reflexionó un momento. Eso era algo con lo que no había contado.
-Pregúntale que necesita.-dijo, buscando una salida.
-Ya lo he hecho.-contestó Afi- Dice que, como ninguno de sus hijos parece interesado en continuar el negocio, y su esposa ya ha muerto, le hacen falta brazos que trabajen en la granja. Dice que pagaría gustoso doscientos o mas camellos por un par de brazos fuertes...
De repente, la cara de Fénix se iluminó:
-Así que un par de brazos fuertes...
-Cambiaste los camellos...¡¿por el coronel Briggs?!-El tono de Aníbal oscilaba entre escandalizado, sorprendido e incrédulo.
-En aquel momento me pareció lo mejor, Aníbal: No sabíamos que hacer con Briggs y el tipo no quería darme de otra manera los camellos que me habías pedido.
-Sí, pero...
-Mira, luego informaremos al cónsul del asunto. Seguro que encuentra la manera de liberarle y devolverlo al psiquiátrico militar de forma segura. Mientras tanto, puede trabajar aquí. Además, así no he gastado el diamante que tanto te preocupaba.
-No se lo tome tan mal.-interpuso Afi- Le puedo asegurar que estará mejor trabajando en la granja para ese viejo camellero que en una celda en la capital de Zangaro.
-Y entre tantos camellos...¡seguro que encuentra algún amigo!-dijo Murdock que lo había oído todo- A mí no me parece mal. ¿Dónde quiere los camellos, coronel?
Aníbal decidió dejar de lado el asunto, por lo menos de momento, y se puso a dar instrucciones. Fénix y Afi se unieron a los grupos de trabajo que se habían formado ya. Aníbal revisó las trampas y dió el visto bueno a los hoyos. Luego, probó el dispositivo montado por MA y el herrero. Lo encontró todo satisfactorio.
-Kharim ya puede venir cuando quiera.-Asintió.
Re: El Asunto Zangaro
PD: FELICES FIESTAS A TODOS (desde Barcelona... y desde Zangaro !
- M A Barracus
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Re: El Asunto Zangaro
Feliz Navidad tio!!!!
Eres un CRACK!!!!
Eres un CRACK!!!!
Un hombre y su sueño...
K.I.T.T. & GMC VAN A TEAM
K.I.T.T. & GMC VAN A TEAM
Re: El Asunto Zangaro
Kharim observaba la aldea, al frente de sus hombres. La mayoría iban montados en camellos, aunque otros, incluido él, iban a caballo. Todos perfectamente armados. Y el enemigo eran solo cuatro. Sin embargo, ahora, a las puertas ya del combate definitivo, Kharim vacilaba. Brown no había cumplido, al fin, su parte. ¿Era buena idea atacar fiándose solo de la superioridad numérica? Sus lugartenientes le observaban, inquietos, pero él todavía dudaba.
De pronto, sonó una fuerte voz provinente de la aldea. Era el jefe de los extranjeros, el del cabello blanco. Lo que dijo hizo subir los colores a la cara de Kharim que, ya sin vacilar, dió las órdenes y se lanzó el primero al ataque.
Aníbal bajaba de la terraza desde la que había gritado en el idioma nativo. Cortesía del jefe Amadou, a través de Cecilia Holbrook.
-¿Qué le has dicho?-preguntó Fénix.
-Acabo de llamarle cobarde.
-¿Te parece buena idea, Aníbal?
-No lo sé. Cuando esté a mano, lo voy a llamar hijo de perro y camella sifilítica. Pregúntame entonces.
Fénix se calló y volvió a su puesto. Mientras, Aníbal terminó de bajar la escalera y se colocó en medio de la calle principal de la aldea, encarado hacia el lugar desde donde venían Kharim y sus hombres.
No tardaron en aparecer en masa frente a él, aparentemente solo en mitad de la calle. Entonces gritó con todas sus fuerzas la frase que le había enseñado Amadou. No conocía el contenido exacto de la frase. Según la doctora Holbrook, que había enrojecido hasta la raíz del pelo antes de traducir, era algo de "hijo de un perro y una camella sifilítica". No pudo ver la expresión de la cara de Kharim a tanta distancia, pero el grito que lanzó era impagable. Tal como había calculado, Kharim se lanzó hacia adelante, seguido de toda su gente. Amedrentaba un poco verlos acercarse tan rápido en grupo. Pero Aníbal no se arredró, esperó el momento que había calculado e hizo la señal para MA.
MA usó de toda su fuerza para tirar de una palanca que tenía frente a él. De golpe, una reja metálica hecha de materiales heteróclitos, bien disimulada por la tierra de la calle no asfaltada y coronada por una especie de estacas agudas, se alzó frente a la carga de Kharim y los suyos. Los que iban en las primeras filas trataron de detenerse, pero fué en vano. Algunos salieron despedidos varios metros por encima de la reja. Otros, incluido Kharim, se vieron desmontados de pronto. Otros más se vieron en dificultades en medio de la confusión de cuerpos de camellos y caballos asustados y caídos.
A una nueva señal de Aníbal, MA y Fénix dispararon contra la multitud desde sus posiciones. De una calle detrás de los hombres de Kharim salió el vehículo preparado por MA a partir de uno de los camiones. Conducía uno del pueblo, y H. M. Murdock disparaba desde éste con su arma. Cubría así a Lindy y a la doctora Holbrook que, agachadas, alimentaban el lanzapiedras instalado en la caja. El artefacto diseñado por MA era eficaz. Varios de los hombres de Kharim recibieron pedradas a gran velocidad en hombros, brazos y cabezas. Y con piedras de gran tamaño. Aquello cortaba la retirada a los bandidos. Entonces, Aníbal empezó a disparar a su vez.
Los únicos escapes posibles parecían un par de callejones a los lados. Kharim vió la oportunidad de rodear al equipo y dió las órdenes oportunas. Desgraciadamente para el "chacal del desierto", el grupo que lo intentó por la derecha cayó en un foso disimulado con una simple tela cubierta con tierra y el que probó por la izquierda acabó envuelto en una red-trampa preparada por Murdock y sus ayudantes.
Pero Kharim no se daba por vencido. Disparaba con su arma para dar ejemplo, y la reja metálica no era tan difícil de apartar. Fénix, en su terraza, tenía que agacharse, con lo que la frecuencia de sus disparos disminuyó. Murdock se vio incluso mas comprometido. Cuando se protegió tras el blindaje de la caja del camión, Cecilia y Lindy vieron como se formaban pequeños "chichones" en el susodicho blindaje, producidas por las balas de los bandidos. Aníbal, solo sin protección en mitad de la calle, se veía obligado a ir esquivando los disparos que buscaban su cuerpo. La reja de hierro estaba casi apartada. Era el momento de la señal.
MA la vió y se la transmitió a Afi que dijo algo en el idioma nativo. Al instante, varios hombres del pueblo lanzaron sus bombas de humo caseras. Luego, Afi gritó al coronel Smith que se apartara, cosa que hizo sin tardanza.
Kharim estaba desconcertado. La estrategia del extranjero había sido excelente, hasta brillante. Varios de sus hombres, más de los que había calculado, se habían quedado fuera de combate. Otros apenas se sostenían. Pero aún le quedaban bastantes. Y el tipo soñaba si pensaba que una simple cortina de humo iba a detenerlos. De hecho, los bandidos en condiciones de combatir se estaban reagrupando. No tardaría en dar orden de atacar el camión a su espalda. Y la reja destinada a impedirles el paso hacia adelante ya estaba retirada. Pasaron unos segundos y, aunque el humo le impedía ver, le pareció oír algo. Un camello, identificó uno de sus hombres. Pero pronto se multiplicaron. Eran muchos camellos balitando. Entonces cayó Kharim, demasiado tarde, de lo que se trataba. Por entre el humo, se les echaba encima una estampida de camellos. Kharim tuvo tiempo apenas de alertar a sus hombres. Ya tenían allí a toda la manada.
Los bandidos que se aprestaban al asalto tuvieron que romper la formación. Varios fueron arrollados por los dromedarios enloquecidos. El camión de atrás se había apartado de la calle, a una orden de Murdock. Por su parte, MA y Aníbal, acompañando a los últimos animales, se dedicaban a atizar a los bandidos que, aturdidos, habían conseguido eludir la avalancha. MA se lanzó con decisión contra un grupo de tres que apenas le duró dos segundos y fué a por todo el que veía aún en pie. Aníbal se limitaba a rematar de un puñetazo a los que se tropezaba. Gritaba: "¿Dónde estás, Kharim? ¿Dónde te escondes?". Fénix se arrojó sobre un pequeño grupo que había buscado protección al abrigo de la pared de la casa en cuya terraza se encontraba. Se deshizo de ellos y se dedicó también a buscar a Kharim. Murdock lo tenía más difícil. El humo se acumulaba por donde él se hallaba. Se había cargado ya a dos cuando le vino un bandido enloquecido por un lado y otro por el otro. Por un momento, entre el polvo y el humo, los tres cuerpos quedaron enzarzados. Una silueta salió arrastrándose. Miró Murdock hacia atrás, donde las otras dos siluetas seguían zurrándose y dijo: "creo que llegarán mucho antes a un acuerdo si yo me marcho", y se fué en busca de otros objetivos.
Finalmente, Kharim apareció frente a Aníbal, con las ropas revueltas, hecho polvo y con una gumia en la mano. Se abalanzó contra el coronel con el arma blanca por delante. Aníbal esquivó una vez. Pero la segunda le atrapó la mano de la gumia y empezó a retorcerla. Ambos hombres forcejeaban. Kharim le dió un rodillazo a Aníbal que le hizo soltar su presa. Se lanzó de nuevo sobre él. Pero la ira cegaba al bandido. Aníbal esquivó la gumia y golpeó con el codo en la cara de Kharim. Luego bastó con un directo a la mandíbula para tumbarle. Alguien gritó: "¡Kharim ha caído!". Luego una mujer, seguramente Afi, lo repitió en el idioma nativo. La noticia se extendió entre los pocos bandidos restantes, que iniciaron la desbandada abandonando las armas y hasta los animales que habían montado. Fénix y Murdock aún lanzaron algunos disparos a la retaguardia de los hombres de Kharim. Mientras, MA se acercó a Aníbal, antes de arrojar al suelo a un bandido que llevaba sujeto. El coronel Smith, por su parte, se limitó a sacar un puro de su bolsillo y, esta vez sí, encenderlo. Sonrió y dijo:
-Me encanta que los planes salgan bien.
De pronto, sonó una fuerte voz provinente de la aldea. Era el jefe de los extranjeros, el del cabello blanco. Lo que dijo hizo subir los colores a la cara de Kharim que, ya sin vacilar, dió las órdenes y se lanzó el primero al ataque.
Aníbal bajaba de la terraza desde la que había gritado en el idioma nativo. Cortesía del jefe Amadou, a través de Cecilia Holbrook.
-¿Qué le has dicho?-preguntó Fénix.
-Acabo de llamarle cobarde.
-¿Te parece buena idea, Aníbal?
-No lo sé. Cuando esté a mano, lo voy a llamar hijo de perro y camella sifilítica. Pregúntame entonces.
Fénix se calló y volvió a su puesto. Mientras, Aníbal terminó de bajar la escalera y se colocó en medio de la calle principal de la aldea, encarado hacia el lugar desde donde venían Kharim y sus hombres.
No tardaron en aparecer en masa frente a él, aparentemente solo en mitad de la calle. Entonces gritó con todas sus fuerzas la frase que le había enseñado Amadou. No conocía el contenido exacto de la frase. Según la doctora Holbrook, que había enrojecido hasta la raíz del pelo antes de traducir, era algo de "hijo de un perro y una camella sifilítica". No pudo ver la expresión de la cara de Kharim a tanta distancia, pero el grito que lanzó era impagable. Tal como había calculado, Kharim se lanzó hacia adelante, seguido de toda su gente. Amedrentaba un poco verlos acercarse tan rápido en grupo. Pero Aníbal no se arredró, esperó el momento que había calculado e hizo la señal para MA.
MA usó de toda su fuerza para tirar de una palanca que tenía frente a él. De golpe, una reja metálica hecha de materiales heteróclitos, bien disimulada por la tierra de la calle no asfaltada y coronada por una especie de estacas agudas, se alzó frente a la carga de Kharim y los suyos. Los que iban en las primeras filas trataron de detenerse, pero fué en vano. Algunos salieron despedidos varios metros por encima de la reja. Otros, incluido Kharim, se vieron desmontados de pronto. Otros más se vieron en dificultades en medio de la confusión de cuerpos de camellos y caballos asustados y caídos.
A una nueva señal de Aníbal, MA y Fénix dispararon contra la multitud desde sus posiciones. De una calle detrás de los hombres de Kharim salió el vehículo preparado por MA a partir de uno de los camiones. Conducía uno del pueblo, y H. M. Murdock disparaba desde éste con su arma. Cubría así a Lindy y a la doctora Holbrook que, agachadas, alimentaban el lanzapiedras instalado en la caja. El artefacto diseñado por MA era eficaz. Varios de los hombres de Kharim recibieron pedradas a gran velocidad en hombros, brazos y cabezas. Y con piedras de gran tamaño. Aquello cortaba la retirada a los bandidos. Entonces, Aníbal empezó a disparar a su vez.
Los únicos escapes posibles parecían un par de callejones a los lados. Kharim vió la oportunidad de rodear al equipo y dió las órdenes oportunas. Desgraciadamente para el "chacal del desierto", el grupo que lo intentó por la derecha cayó en un foso disimulado con una simple tela cubierta con tierra y el que probó por la izquierda acabó envuelto en una red-trampa preparada por Murdock y sus ayudantes.
Pero Kharim no se daba por vencido. Disparaba con su arma para dar ejemplo, y la reja metálica no era tan difícil de apartar. Fénix, en su terraza, tenía que agacharse, con lo que la frecuencia de sus disparos disminuyó. Murdock se vio incluso mas comprometido. Cuando se protegió tras el blindaje de la caja del camión, Cecilia y Lindy vieron como se formaban pequeños "chichones" en el susodicho blindaje, producidas por las balas de los bandidos. Aníbal, solo sin protección en mitad de la calle, se veía obligado a ir esquivando los disparos que buscaban su cuerpo. La reja de hierro estaba casi apartada. Era el momento de la señal.
MA la vió y se la transmitió a Afi que dijo algo en el idioma nativo. Al instante, varios hombres del pueblo lanzaron sus bombas de humo caseras. Luego, Afi gritó al coronel Smith que se apartara, cosa que hizo sin tardanza.
Kharim estaba desconcertado. La estrategia del extranjero había sido excelente, hasta brillante. Varios de sus hombres, más de los que había calculado, se habían quedado fuera de combate. Otros apenas se sostenían. Pero aún le quedaban bastantes. Y el tipo soñaba si pensaba que una simple cortina de humo iba a detenerlos. De hecho, los bandidos en condiciones de combatir se estaban reagrupando. No tardaría en dar orden de atacar el camión a su espalda. Y la reja destinada a impedirles el paso hacia adelante ya estaba retirada. Pasaron unos segundos y, aunque el humo le impedía ver, le pareció oír algo. Un camello, identificó uno de sus hombres. Pero pronto se multiplicaron. Eran muchos camellos balitando. Entonces cayó Kharim, demasiado tarde, de lo que se trataba. Por entre el humo, se les echaba encima una estampida de camellos. Kharim tuvo tiempo apenas de alertar a sus hombres. Ya tenían allí a toda la manada.
Los bandidos que se aprestaban al asalto tuvieron que romper la formación. Varios fueron arrollados por los dromedarios enloquecidos. El camión de atrás se había apartado de la calle, a una orden de Murdock. Por su parte, MA y Aníbal, acompañando a los últimos animales, se dedicaban a atizar a los bandidos que, aturdidos, habían conseguido eludir la avalancha. MA se lanzó con decisión contra un grupo de tres que apenas le duró dos segundos y fué a por todo el que veía aún en pie. Aníbal se limitaba a rematar de un puñetazo a los que se tropezaba. Gritaba: "¿Dónde estás, Kharim? ¿Dónde te escondes?". Fénix se arrojó sobre un pequeño grupo que había buscado protección al abrigo de la pared de la casa en cuya terraza se encontraba. Se deshizo de ellos y se dedicó también a buscar a Kharim. Murdock lo tenía más difícil. El humo se acumulaba por donde él se hallaba. Se había cargado ya a dos cuando le vino un bandido enloquecido por un lado y otro por el otro. Por un momento, entre el polvo y el humo, los tres cuerpos quedaron enzarzados. Una silueta salió arrastrándose. Miró Murdock hacia atrás, donde las otras dos siluetas seguían zurrándose y dijo: "creo que llegarán mucho antes a un acuerdo si yo me marcho", y se fué en busca de otros objetivos.
Finalmente, Kharim apareció frente a Aníbal, con las ropas revueltas, hecho polvo y con una gumia en la mano. Se abalanzó contra el coronel con el arma blanca por delante. Aníbal esquivó una vez. Pero la segunda le atrapó la mano de la gumia y empezó a retorcerla. Ambos hombres forcejeaban. Kharim le dió un rodillazo a Aníbal que le hizo soltar su presa. Se lanzó de nuevo sobre él. Pero la ira cegaba al bandido. Aníbal esquivó la gumia y golpeó con el codo en la cara de Kharim. Luego bastó con un directo a la mandíbula para tumbarle. Alguien gritó: "¡Kharim ha caído!". Luego una mujer, seguramente Afi, lo repitió en el idioma nativo. La noticia se extendió entre los pocos bandidos restantes, que iniciaron la desbandada abandonando las armas y hasta los animales que habían montado. Fénix y Murdock aún lanzaron algunos disparos a la retaguardia de los hombres de Kharim. Mientras, MA se acercó a Aníbal, antes de arrojar al suelo a un bandido que llevaba sujeto. El coronel Smith, por su parte, se limitó a sacar un puro de su bolsillo y, esta vez sí, encenderlo. Sonrió y dijo:
-Me encanta que los planes salgan bien.
Re: El Asunto Zangaro
Habían llevado a Kharim y a sus hombres a las autoridades locales, en la capital de Zangaro, antes de volver a casa. Resultó que había una recompensa por su captura. Una bonita suma en moneda local, calderilla para un estadounidense. Aníbal había decidido donarla a la ONG para que la utilizara en la aldea. Cecilia Holbrook decidió que solo emplearía la mitad. La otra mitad la llevaría Afi a la aldea. La enfermera-traductora nativa había tomado el camino de vuelta no sin antes despedirse del equipo A, y muy especial y efusivamente de Fénix. Aníbal había aprendido a no tener lástima por ello. Y que no se equivocaba lo confirmaba el hecho que ahora, después de salir de la comisaría de policía, al apartarse para encender un puro, había sorprendido una conversación que tenía lugar en la cabina de uno de los camiones de la ONG:
-Pero, Templeton,-decía la voz de Lindy- tú sabes que Tom no me quería y ya me había dado cuenta antes, cuando te ví por primera vez...
-Sí, pero yo no puedo olvidar que tu novio intentó matarnos.-contestó la voz de Fénix.
-Pero yo os ayudé a vosotros, no a él. Cuando ese loco de Gribbs os amenazaba con un arma...
-Eso es verdad... pero...
-¿Verdad que me perdonas, Fénix?
Esta última frase la pronunció Lindy en un tono demasiado tierno. Oyó a Fénix balbucear algo, pero Aníbal prefirió eclipsarse con una sonrisa. Mira por dónde, el teniente volvía a tener suerte. Después de Afi, se iba a beneficiar también de Lindy. Aníbal dudaba mucho que Fénix le hubiera explicado a Lindy que la doctora Holbrook no pensaba acusarla de nada cuando volvieran a Los Angeles.
Precisamente era Cecilia Holbrook la que se dirigía hacia él. Le informó que iba a ir a pie hasta el consulado de los EE UU. Seguía preocupada por el coronel Briggs, o Gribbs, como ella insistía en llamarle.
-Sé que no está tan mal como puedan llegar a estar Kharim y sus hombres. Las prisiones de aquí... Pero me duele permitir el tráfico de personas.
-No se preocupe tanto.-contestó Aníbal- Seguro que el cónsul logra sacarlo. Intentamos recomprarlo, pero muchos de los camellos estaban heridos o se habían escapado...
-Ya lo sé. Y les agradezco que lo intentarán. De todos modos, será mejor que vaya. Esperénme aquí, son veinte minutos o media hora, no más.
-Esperaremos, doctora Holbrook.
-A propósito: puede llamarle Cecilia.
La doctora Holbrook le sonrió antes de marcharse. Según parecía, el viejo Smith también tenía sus posibilidades. De joven hubiera podido ser un seductor, como Fénix, pero no le gustaba la pose que implicaba la seducción. Prefería el campo de batalla, donde todo era de verdad. Caminando hacia la entrada de la comisaría notó otra vez el bulto del saquito con los diamantes. No pudo evitar detenerse un momento. ¿Por qué le daba la impresión que le quemaba en el bolsillo?
-Son una tentación, ¿verdad, coronel?-Murdock había salido de alguna parte.
-Sí capitán. Y no sé hasta qué punto es bueno guardarlos. Pero uno ha de ser nuestro salario.
-Fénix y yo calculamos, anoche, a partir de la que a él le parece mejor. Su valor aumentará en el momento en que tallen la piedra. Pero aún así, no solo cubriremos todos los gastos y la paga que iba a ser nuestra, según Briggs. Quedará un pequeño extra remanente. Dudo mucho que cobremos tan bien alguna otra vez.
-De acuerdo con eso, si las vendiéramos todas, nos haríamos ricos los cuatro.
-Así es coronel. Pero no creo que fuera algo bueno. De hecho, creo que lo mejor sería renunciar si no fuera porque hay que arreglar la furgoneta de MA.
Tenía razón. Y el asunto era parte del plan. Aníbal le había dicho a MA que podía volver como quisiera. Como no quería subirse a un avión, el viaje le iba a dudar por lo menos siete días. Tiempo de sobra, si se daban prisa, para que el taller de reparaciones dejara la furgoneta como nueva. Así no habría necesidad de explicarle a MA ni el cómo ni el por qué de los desperfectos. Precisamente venía hacia ellos.
-Aníbal, he estado pensando...
-Tranquilo, sargento. No hace falta que te apresures en volver. Ya sabemos que aquí, en Africa, el tiempo transcurre de otro modo.
-De eso quería hablarte, Anibal. Después de pensarlo mucho, creo que volveré con vosotros.
Aníbal y Murdock se quedaron de una pieza. Aníbal recobró primero el habla:
-¿Con nosotros? ¿En el avión?
-Sí, en el avión. No me hace ninguna gracia, pero creo que es lo mejor.
-Pero MA:-saltó Murdock- por una vez que puedes escaquearte...
-Sí, lo sé. Pero todo aquel al que pregunto me dice que es casi una semana de viaje. Eso teniendo suerte. Es demasiado tiempo. Por eso no os he vuelto a mencionar la manera en que me trajisteís aquí. Siete días o más son muchos para dejar sola la furgoneta.
-Pero no hay de qué preocuparse. Ya te la vigilaremos nosotros.-dijo Murdock.
-Dijisteís que está aparcada en el aeropuerto... No, no me atrevó. Subiré al avión. La doctora Holbrook puede darme algo en el avión. Me siento y me lo tomo. Duermo, y ya estoy en casa. No me gusta, ya os lo he dicho, pero no veo alternativa.
-¿De verdad te preocupa tanto la furgoneta?
-Bueno, la verdad es que...¡Un momento!¡¿Qué le ha pasado a la furgoneta?!
La cara de MA era todo un poema furioso. Aníbal hizo acopio de valor:
-Tranquilo. Funciona bien. Solo está un poco rayada.
-¡¡¿Rayada?!!-Los ojos de MA despedían chispas.
-A mí no me mires: conducía Murdock.-acabó diciendo el coronel Smith.
-¡¡¡M U R D O C K!!!-rugió MA volviéndose hacia éste.
-Ten calma, gordo. Con un buen planchista...-empezó el aludido.
-YO SÍ QUE TE VOY A PLANCHAR A TÍ, MALDITO LOCO.
Ambos salieron disparados, MA en pos de Murdock. Según la experiencia de Aníbal, la sangre nunca llegaba al río. Pero sería mejor que al llegar enviaran la furgoneta a un buen taller. Por suerte, esta vez podrían pagarlo. Y de nuevo, su pensamiento volvió a los diamantes de su bolsillo. Venderían uno, de acuerdo, pero el resto iba a ser un cebo y luego... quizás donarlo, quizás entregarlo. Ya se vería. De momento, el equipo A había concluido su trabajo de manera satisfactoria.
FIN DE
"EL ASUNTO ZANGARO"
-Pero, Templeton,-decía la voz de Lindy- tú sabes que Tom no me quería y ya me había dado cuenta antes, cuando te ví por primera vez...
-Sí, pero yo no puedo olvidar que tu novio intentó matarnos.-contestó la voz de Fénix.
-Pero yo os ayudé a vosotros, no a él. Cuando ese loco de Gribbs os amenazaba con un arma...
-Eso es verdad... pero...
-¿Verdad que me perdonas, Fénix?
Esta última frase la pronunció Lindy en un tono demasiado tierno. Oyó a Fénix balbucear algo, pero Aníbal prefirió eclipsarse con una sonrisa. Mira por dónde, el teniente volvía a tener suerte. Después de Afi, se iba a beneficiar también de Lindy. Aníbal dudaba mucho que Fénix le hubiera explicado a Lindy que la doctora Holbrook no pensaba acusarla de nada cuando volvieran a Los Angeles.
Precisamente era Cecilia Holbrook la que se dirigía hacia él. Le informó que iba a ir a pie hasta el consulado de los EE UU. Seguía preocupada por el coronel Briggs, o Gribbs, como ella insistía en llamarle.
-Sé que no está tan mal como puedan llegar a estar Kharim y sus hombres. Las prisiones de aquí... Pero me duele permitir el tráfico de personas.
-No se preocupe tanto.-contestó Aníbal- Seguro que el cónsul logra sacarlo. Intentamos recomprarlo, pero muchos de los camellos estaban heridos o se habían escapado...
-Ya lo sé. Y les agradezco que lo intentarán. De todos modos, será mejor que vaya. Esperénme aquí, son veinte minutos o media hora, no más.
-Esperaremos, doctora Holbrook.
-A propósito: puede llamarle Cecilia.
La doctora Holbrook le sonrió antes de marcharse. Según parecía, el viejo Smith también tenía sus posibilidades. De joven hubiera podido ser un seductor, como Fénix, pero no le gustaba la pose que implicaba la seducción. Prefería el campo de batalla, donde todo era de verdad. Caminando hacia la entrada de la comisaría notó otra vez el bulto del saquito con los diamantes. No pudo evitar detenerse un momento. ¿Por qué le daba la impresión que le quemaba en el bolsillo?
-Son una tentación, ¿verdad, coronel?-Murdock había salido de alguna parte.
-Sí capitán. Y no sé hasta qué punto es bueno guardarlos. Pero uno ha de ser nuestro salario.
-Fénix y yo calculamos, anoche, a partir de la que a él le parece mejor. Su valor aumentará en el momento en que tallen la piedra. Pero aún así, no solo cubriremos todos los gastos y la paga que iba a ser nuestra, según Briggs. Quedará un pequeño extra remanente. Dudo mucho que cobremos tan bien alguna otra vez.
-De acuerdo con eso, si las vendiéramos todas, nos haríamos ricos los cuatro.
-Así es coronel. Pero no creo que fuera algo bueno. De hecho, creo que lo mejor sería renunciar si no fuera porque hay que arreglar la furgoneta de MA.
Tenía razón. Y el asunto era parte del plan. Aníbal le había dicho a MA que podía volver como quisiera. Como no quería subirse a un avión, el viaje le iba a dudar por lo menos siete días. Tiempo de sobra, si se daban prisa, para que el taller de reparaciones dejara la furgoneta como nueva. Así no habría necesidad de explicarle a MA ni el cómo ni el por qué de los desperfectos. Precisamente venía hacia ellos.
-Aníbal, he estado pensando...
-Tranquilo, sargento. No hace falta que te apresures en volver. Ya sabemos que aquí, en Africa, el tiempo transcurre de otro modo.
-De eso quería hablarte, Anibal. Después de pensarlo mucho, creo que volveré con vosotros.
Aníbal y Murdock se quedaron de una pieza. Aníbal recobró primero el habla:
-¿Con nosotros? ¿En el avión?
-Sí, en el avión. No me hace ninguna gracia, pero creo que es lo mejor.
-Pero MA:-saltó Murdock- por una vez que puedes escaquearte...
-Sí, lo sé. Pero todo aquel al que pregunto me dice que es casi una semana de viaje. Eso teniendo suerte. Es demasiado tiempo. Por eso no os he vuelto a mencionar la manera en que me trajisteís aquí. Siete días o más son muchos para dejar sola la furgoneta.
-Pero no hay de qué preocuparse. Ya te la vigilaremos nosotros.-dijo Murdock.
-Dijisteís que está aparcada en el aeropuerto... No, no me atrevó. Subiré al avión. La doctora Holbrook puede darme algo en el avión. Me siento y me lo tomo. Duermo, y ya estoy en casa. No me gusta, ya os lo he dicho, pero no veo alternativa.
-¿De verdad te preocupa tanto la furgoneta?
-Bueno, la verdad es que...¡Un momento!¡¿Qué le ha pasado a la furgoneta?!
La cara de MA era todo un poema furioso. Aníbal hizo acopio de valor:
-Tranquilo. Funciona bien. Solo está un poco rayada.
-¡¡¿Rayada?!!-Los ojos de MA despedían chispas.
-A mí no me mires: conducía Murdock.-acabó diciendo el coronel Smith.
-¡¡¡M U R D O C K!!!-rugió MA volviéndose hacia éste.
-Ten calma, gordo. Con un buen planchista...-empezó el aludido.
-YO SÍ QUE TE VOY A PLANCHAR A TÍ, MALDITO LOCO.
Ambos salieron disparados, MA en pos de Murdock. Según la experiencia de Aníbal, la sangre nunca llegaba al río. Pero sería mejor que al llegar enviaran la furgoneta a un buen taller. Por suerte, esta vez podrían pagarlo. Y de nuevo, su pensamiento volvió a los diamantes de su bolsillo. Venderían uno, de acuerdo, pero el resto iba a ser un cebo y luego... quizás donarlo, quizás entregarlo. Ya se vería. De momento, el equipo A había concluido su trabajo de manera satisfactoria.
FIN DE
"EL ASUNTO ZANGARO"
Última edición por fco_mig el 2010/01/02 - 16:44, editado 1 vez en total.
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